Si el joven lector es amante de los
cómics, le recomiendo que consulte con un científico sobre la calidad de la
tecnología usada por Spiderman. Probablemente le dirá que el aparato lanza-redes
de las muñecas del hombre araña es obsoleto. Si Spiderman usase biotecnología,
habría modificado genéticamente las células epiteliales de sus muñecas, para
que fueran capaces de fabricar la proteína que constituye la tela de araña.
¿Fantasía desbocada? Pues los biólogos pretenden conseguir tal manipulación
celular… en las cabras.
El astuto lector sabe que un hilo de
seda de araña resulta mucho más resistente que un cable de acero de similar
grosor –por eso una tela de araña, cuyas fibras tengan el diámetro de un lápiz,
podría detener a un Boeing en vuelo-, y es muchísimo más elástico -puede
estirarse hasta veinte veces su tamaño sin romperse-. Además, es un material
natural, inocuo y biodegradable; pues se trata de una proteína -la fibroína- que
producen las células epiteliales de las arañas. Debido a sus asombrosas
propiedades los humanos hemos intentado usarla con éxito nulo hasta la fecha;
fracasaron los intentos de criar arañas: son muy agresivas y, además, comen la
seda que no les sirve; corrió la misma suerte el intento de obtener fibroína
con bacterias y levaduras genéticamente modificadas: sus enzimas la degradaron.
Ante tal cúmulo de fracasos se necesitaba un enfoque diferente. Los biólogos
han desarrollado una estirpe de cabras aptas para la fabricación de grandes
cantidades de proteínas en su leche: insulina, colágeno, hormona del
crecimiento, factores de coagulación sanguínea, anticuerpos monoclonales o
fibroína; y no debe extrañarnos que las células epiteliales de una cabra,
adecuadamente modificadas, sean capaces de fabricar la proteína de la seda de
las arañas, después de todos los animales tenemos una bioquímica parecida. Los
investigadores ya conocen el proceso: primero se aísla el gen de la fibroína; a
continuación, se inserta el gen en un agente biológico que lo transporta;
después, se introduce el agente en el núcleo de una célula de cabra. Los
biólogos han llegado hasta aquí. El siguiente paso consistirá en inyectar el
núcleo modificado en un embrión de una cabra, que se implantará en el útero de
un animal adulto. Ya sólo queda esperar a que nazca la cabra transgénica: su
leche contendrá la fibroína. Auguro que, en el futuro, hilaremos fibras de este
extraordinario biomaterial con los métodos habituales de la industria textil. ¿Sorprendido
el joven lector? Lo verá.
1 comentario:
Estimado amigo
Una precisión, seguramente innecesaria, las arañas no son insectos: se pueden distinguir ambos grupos animales contando el número de patas. Seis éstos, ocho aquellos.
Cordialmente
Epi
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