En otro lugar ya he manifestado mi
simpatía hacia las bacterias; no es para menos, porque durante la mayor parte
de la existencia de la Tierra, estos minúsculos seres vivos fueron sus únicos
habitantes, y en un futuro lejano, desaparecidos los animales y plantas, probablemente,
también lo volverán a ser. Hasta el lector displicente queda anonadado cuando
comprueba que medio billón de átomos, más o menos, de los cuales las tres
cuartas partes forman agua, se organizan como minúsculas máquinas químicas
eficacísimas, que toman del ambiente energía de alta calidad y la devuelven de
baja calidad. Si añado que quizá el setenta y cinco por ciento de la biomasa
terrestre esté en los microbios, la mayoría de los cuales son bacterias, el
profano comprenderá mejor la extraordinaria importancia que tienen estos diminutos
seres vivos en la biosfera. Hay tantas bacterias en los océanos que, si las
pudiéramos pesar, superarían el peso de todos los peces y mamíferos marinos,
¡que ya está bien! Aún así, me sorprendió
saber que mi intestino, como el de cualquier otro ser humano alberga diez
billones de bacterias; y que no todas son iguales, pertenecen a unas mil
especies diferentes. Detente a pensarlo un momento sorprendido amigo, nada
menos que mil especies diferentes de imperceptibles bacterias habitan en tus
tripas. Si aclaro que sólo existen cuatro mil quinientas especies de mamíferos
en nuestro planeta, tal vez el lector indiferente aprecie la enorme variedad de
minúsculos microbios que han elegido por morada un intestino particular.
Los biólogos han averiguado que las
bacterias intestinales cooperan con nosotros para eliminar los virus y
bacterias patógenas, también que nos ayudan a absorber nutrientes, y quizá por
ello, una misma comida puede afectar a cada persona de una forma diferente.
Desgraciadamente los científicos todavía ignoran cómo influyen estas bacterias
en la salud de su hospedante, pero saben que la alteración de un ecosistema –el
intestino- puede resultar perjudicial para los seres vivos que viven en él. El
hilo de la argumentación me conduce a la
pregunta siguiente: ¿la ingestión de antibióticos –que alteran el
ecosistema intestinal- siempre es beneficiosa?, o a una equivalente ¿en ciertos
casos, la salud de algún sufrido paciente resultará perjudicada? Y no dudo que los
beneficios de los antibióticos superan con creces sus perjuicios… la mayoría de
las veces.
1 comentario:
Estimado amigo
Es cierto que el uso indiscriminado de antibióticos ocasiona la aparición de resistencia en las bacterias. Pero no somos los sufridos pacientes los culpables del desafuero. El setenta por ciento de los antibióticos tienen un uso veterinario: granjas de cerdos, vacas y aves. Y ahora también se emplean en la acuicultura, por si fuera poco.
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