Memoria,
unidad central de procesamiento y dispositivos de entrada y salida constituyen
los componentes básicos de un ordenador. ¿La memoria tiene la misma importancia
para un ser humano? No dude el sapiente lector; la contestación es afirmativa.
Sin memoria seríamos incapaces de percibir, de aprender, de pensar o de
expresar ideas; careceríamos de identidad individual y no tendríamos conciencia;
sin recuerdos sería imposible saber quiénes somos. Muchos de los perspicaces
lectores que entretienen su tiempo libre en disquisiciones científicas son
conscientes de la importancia que tiene la memoria para llevar una vida normal,
sin embargo la mayoría probablemente ignore que la función del hipocampo, una
de las regiones del cerebro más estudiadas, consiste en almacenar recuerdos. Desgraciadamente
ignoramos cómo lo hace. No importa: “No hace falta entender la música para
reparar un CD”, arguye Theodore Berger. Animado por esa idea el científico y
sus colaboradores estudiaron detenidamente el funcionamiento de las neuronas
del hipocampo y, prescindiendo de cómo codifica la información, trataron de
copiar su comportamiento. En la primera fase de su trabajo se plantearon
obtener el conjunto de señales eléctricas de entrada y salida de la región del
cerebro que habían elegido; una vez conseguido su objetivo diseñaron un chip de
silicio que presenta la misma conducta que el hipocampo de una rata. No
entienden –ni les importa- qué hace el hipocampo y saben que el chip no es idéntico
al hipocampo; pero consiguieron que realizara las mismas funciones. Concluidos
con éxito sus esfuerzos los investigadores prosiguen su trabajo: el próximo
paso consistirá en probar el chip en el hipocampo de un animal muerto; si
funciona, se implantará el dispositivo en ratas vivas; si el éxito les acompaña
de nuevo, la prótesis neural se probará en monos. ¿Y después? No dudamos que se
implantará en humanos.
¿Conseguirá
Berger guardar recuerdos en una placa de silicio? ¿Funcionará el implante
metálico? ¿Conversará el chip con las células cerebrales? Recordemos que hoy,
muchos profesionales del motociclismo tienen abundantes implantes de titanio en
su anatomía. Deduzcamos conclusiones y aventuremos opiniones. En un principio, con
implantes metálicos en el cerebro podríamos curar las enfermedades que
conllevan la pérdida de memoria, no olvidemos que, en la enfermedad de
Alzheimer, el hipocampo es una de las primeras regiones cerebrales dañadas. ¿Y
después? ¿Cuándo dinero costará un implante que contenga la información de una
enciclopedia? ¿Quiénes serán los privilegiados que accederán a ella?
1 comentario:
Estimado amigo
Cierto, me gustan los libros de ficción sobre robots; te cito alguno: de los varios que escribió Isaac Asimov, Robots e imperio fue el que más me convenció. Sin embargo, el mejor de todos los que leí -en mi modesta opinión- lo escribió Stanislaw Lem, se titula Ciberiada; humor, imaginación desbordante, profundidad psicológica: un maestro de la literatura de ficción científica.
Dicho lo anterior, no debes olvidar que la ciencia ficción es literatura; y un arte no puede confundirse con la ciencia.
Cordiales saludos de Epi
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