Muchos de vosotros, amigos lectores,
admirais a deportistas y cantantes, a músicos y a modelos, a actrices y
futbolistas. Yo confieso mi devoción por los neutrinos, y me disculpo por el
exotismo de la preferencia. Para justificar tal rareza contaré las tres razones
que me conducen a manifestar tan insólita simpatía. Primera: un neutrino es
poco más que nada. Hasta hace poco los físicos sabían que la partícula de
materia más menuda que existía era el electrón, casi dos mil veces más liviano
que el átomo más pequeño; pues bien, aunque no se ha medido con precisión la
masa del neutrino ligero, ya se sabe que, por lo menos, es menor que la cienmilésima
parte de un electrón. ¡Que ya es ser pequeño! Segundo argumento: se trata de
unas partículas extraordinariamente difíciles de capturar. Aunque son muy
abundantes -el Sol los produce en cantidades parecidas a las de la luz-, el
incrédulo lector apenas los notará porque atraviesan su cuerpo sin tocarlo; es
más, por la noche le atravesarán casi tantos neutrinos solares como durante el
día, porque la Tierra, que impide que nos llegue la luz durante la noche, no
representa un obstáculo para ellos: los neutrinos atraviesan el planeta casi
como si no estuviese. Un astrónomo quiso hacer una fotografía del Sol usando
neutrinos en vez de luz (era una manera de capturar los neutrinos solares); como
cualquiera sabe, el tiempo de exposición de una cámara fotográfica se mide en
milésimas de segundo, pues bien, para conseguir la fotografía con neutrinos
necesitó un tiempo de exposición de quinientos días con sus noches, y aún así
consiguió una mediocre fotografía. No sólo el Sol irradia estas minúsculas
partículas, la mayor parte de la energía de las gigantescas explosiones que
llamamos supernovas escapa de las estrellas muribundas en forma de neutrinos; y
no me olvido que la radiactividad natural de la Tierra es otra fuente de estas
esquivas partículas. Tercer motivo: quizá lo más apasionante de los neutrinos
se refiera a su enigmático comportamiento: todas las partículas de materia
giran sobre sí mismas, ya a la derecha ya a la izquierda, y así, existen
electrones diestros y zurdos, y lo mismo sucede con los protones, neutrones y
con el resto de las partículas del universo ¿Todas? No, existe una única excepción:
los neutrinos, sólo existen neutrinos zurdos; nadie sabe por qué.
1 comentario:
Estimado amigo
1º También las instalaciones artificiales, como las centrales nucleares, emiten neutrinos.
2º Con los detectores instalado en la Tierra detectamos la tercera parte de los neutrinos emitidos por el Sol. El Sol emite neutrinos electrónicos, en la Tierra disponemos de detectores de neutrinos electrónicos; pero durante el camino de la estrella al planeta los neutrinos electrónicos se transforman en neutrinos de tres clases diferentes.
Cordialmente
Epi
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