sábado, 26 de diciembre de 2009

Big Rip, posible fin del universo


¿Cómo terminará el Universo? El sagaz lector conoce las pruebas que presentan los astrónomos cuando alegan que todo empezó con una Gran Explosión (o Big Bang). Las evidencias son más escasas en lo que se refiere al final. Hasta no hace mucho, las  especulaciones sobre el destino del Universo se centraban en un Big Crunch (Gran Colapso) o bien en un Big Freeze (Gran Congelación), un final por fuego o un final por hielo, según el gusto de cada cual. El poeta norteamericano Robert Frost los describe con hermosos versos que he traducido al español:
Algunos dicen que el mundo acabará en fuego,
Algunos en hielo.
Desde que tengo deseos
Me alío con quienes favorecen el fuego.
Pero si tuviese que morir dos veces
Creo conocer bastante el odio
Para saber que la destrucción por el hielo
También es grandiosa
Y bastaría.
Los detalles concretos de ambos finales podían leerse en los libros de cosmología… hasta hace poco, porque ya ha aparecido una nueva teoría que tiene cierto fundamento.
Las últimas especulaciones, sustentadas en observaciones que demuestran que la velocidad de alejamiento entre las galaxias aumenta –en vez de permanecer invariable o disminuir-, sugieren que una energía repulsiva desgarrará todo. Se supone que la energía oscura -así han nombrado los físicos a esta misteriosa energía repulsiva que llena todo el universo de una forma homogénea- constituye cerca de las tres cuartas partes de la cantidad total de materia y energía que contiene el cosmos. El valor de la energía oscura quizá sea invariable o tal vez aumente -como sugieren algunos teóricos y no prohíben recientes medidas cosmológicas-; si fuese cierta esta segunda posibilidad -se la ha llamado teoría de la expansión eterna-, dentro de unos cuantos miles de millones de años, no muchos, la energía oscura alcanzaría tal intensidad que nuestra propia galaxia ya no sería capaz de retenerse a sí misma: las estrellas, los planetas e incluso los átomos y núcleos no resistirían la fuerza expansiva y se desmenuzarían: el universo terminaría con un Big Rip (Gran Desgarramiento).
Ciertamente el destino del Universo resulta todavía un rompecabezas para los cosmólogos, pero su dilucidación probablemente les conducirá a entender la naturaleza de la materia y la energía oscuras. Esperamos que la mente humana, alguna vez, halle luz en la inmensa oscuridad. 

sábado, 19 de diciembre de 2009

El peligro amarillo


¿Sabe el astuto lector cuál fue la primera nación americana que se independizó después de los Estados Unidos? Seguro que no. El occidente de La Española –una isla caribeña- se independizó de Francia con el nombre de Haití. Contaron con un aliado inesperado para convertirse en la primera república negra del mundo, y en una de las pocas rebeliones de esclavos culminada con éxito. Durante la revolución de 1802, más de la mitad de los soldados franceses muertos no fallecieron a causa de las armas, la enfermedad los llevó al cementerio. La primera fase de la fiebre amarilla –que así se llamaba el aliado de los haitianos sublevados- cursa con fiebre elevada, pasado este período leve, el paciente mejora y los síntomas desaparecen. Aproximadamente uno de cada seis infectados desarrolla la fase siguiente de la temible enfermedad, aparecen síntomas como la ictericia (el tinte amarillo de la piel), las hemorragias y la fiebre, el deterioro hepático o renal termina con la muerte de la mitad de los pacientes, el resto se recupera sin secuelas. ¿Qué agente biológico, qué asesino silencioso e implacable imita a los humanos en su vesania? Un virus, causante de devastadoras epidemias en el pasado, que no ha dejado de actuar en la actualidad, ha provocado doscientos mil enfermos y unas treinta mil muertes, en el año 2001, en las regiones tropicales de América y África.
Los americanos que vivieron en los dos siglos anteriores a 1900 coincidían en que, cuando los habitantes de una ciudad comenzaban a volverse amarillos a montones y a tener vómito negro, lo único que podía hacerse era emigrar, porque no había obstáculo que detuviera al asesino amarillo; el microbio seguía asesinando hasta que harto, dejaba de matar. Hoy sabemos que un virus, el transmitido por la picadura de la hembra del mosquito Aedes aegypti, es el responsable de tanta desgracia. También sabemos que, aunque no existe un tratamiento específico, existen dos formas de prevención: o bien hay que vacunarse o bien hay que evitar la picadura de los mosquitos. La vacuna es la medida más eficaz contra el contagio, que recomienda la Organización Mundial de la Salud a cualquier viajero que salga de las áreas urbanas de América Central, América del Sur y África Subsahariana. A quienes prefieran el segundo remedio les recordamos que el mosquito abunda en zonas alrededor del agua estancada limpia, y que sólo pica durante el día. ¡Protéjanse!

sábado, 12 de diciembre de 2009

Júpiter, ¿amigo o enemigo?


Hasta hace poco tiempo los astrónomos aseguraban que Júpiter actuaba como nuestro protector celeste: desviaba lejos de nuestro planeta a los asteroides y cometas que podían penetrar en el sistema solar interno. Nuevos estudios publicados en el 2007, que evalúan el riesgo de impactos de meteoritos contra la Tierra, han puesto en duda tal creencia. El asunto no es baladí, porque los choques de cometas y asteroides contra el planeta han afectado a la vida terrestre: han causado extinciones devastadoras que han perturbado drásticamente la evolución de los seres vivos, e incluso podrían haber traído, además de parte del agua de los océanos, las moléculas precursoras de la vida. Sólo en los últimos seiscientos millones de años unos sesenta meteoritos de más de cinco kilómetros de diámetro han chocado con nuestro planeta; los más pequeños excavando cráteres de noventa y cinco kilómetros de anchura. Entender cómo Júpiter influye en la frecuencia de los impactos nos puede aclarar sucesos que ocurrieron en el pasado.
Jonathan Horner y sus colaboradores quisieron evaluar el peligro que representan para la Tierra los impactos de los cometas apellidados centauros; aclaremos que el cometa Shoemaker Levy-9, que colisionó con Júpiter en julio de 1994 ante los telescopios de muchos ilusionados terrestres, es el representante más famoso de tan conspicua población. Con la ayuda de un ordenador, los investigadores crearon un modelo que trazaba las trayectorias de cien mil centauros durante diez millones de años. La simulación se efectuó para diferentes valores de la masa de Júpiter: se le atribuyó al principio su valor actual, después tres cuartos, la mitad y un cuarto, sucesivamente, al final se efectuó la simulación sin Júpiter. Cuando terminaron el estudio, los físicos descubrieron que la frecuencia de los impactos en el sistema solar con Júpiter o sin él era similar. Sin embargo, cuando la masa de planeta gigante era menor, sin llegar a anularse, aumentaba el número de veces que los cometas impactaban contra la Tierra. Concluyeron que, si bien Júpiter desvía los cometas a una órbita que puede cruzar con la Tierra, también puede, posteriormente, alejarlos del sistema solar y de la colisión. "Júpiter no actúa como escudo protector, más bien podríamos decir que lo que da con una mano, lo quita con la otra". Así sucede en el cielo, así acontece en la vida.

sábado, 5 de diciembre de 2009

Flavonoides, los hermosos colores del reino vegetal


Las dificultades que deben vencer los pioneros en cualquier tarea suelen ser máximas; así sucedió con los primeros vegetales que abandonaron el océano -o el rio- para establecerse en los continentes. Para adaptarse a la vida terrestre, las algas verdes necesitaban resolver varios problemas relacionados con el cambio de medio; uno de ellos consistía en evitar el daño de la radiación ultravioleta, mucho más intensa en la atmósfera que en el agua. Tenían que protegerse… y lo hicieron. Los ancestros de las plantas desarrollaron la facultad de sintetizar unos pigmentos, los flavonoides, que captan hasta el noventa por ciento de la luz ultravioleta e impiden su perniciosa acción destructiva. El invento les resultó beneficioso; tanto, que todas las plantas han conservado la capacidad para sintetizar tan útiles pigmentos. Sin embargo, cada grupo vegetal ha fabricado variedades diferentes que, con el tiempo, añadieron otras funciones a su tarea original. Algunos, los que dan nombre al grupo, proporcionan los tonos amarillos a muchos campos y bosques, otros, las antocianinas, son responsables de la mayoría de los rojos, azules y violetas de las plantas. Habrá quien crea que el color, más o menos hermoso, resulte intrascendente para la vida vegetal; yerra quien tan ingenuamente piense. El color de las flores atrae a los insectos polinizadores: sin ellos el vegetal no se podría reproducir. El color también hace más apetecibles a los frutos, para que los herbívoros se alimenten con ellos, y se facilite –así- la dispersión de las semillas. Los flavonoides no sólo actúan sobre el sentido de la vista, el olor que proporcionan a la planta puede hacerla más o menos apetecible, incluso el sabor, amargo de algunos de ellos, y desagradable para los animales,  confiere una protección adicional a la planta que los fabrica.
Estas polivalentes sustancias, que ejercen múltiples funciones en el reino vegetal, ¿presentan alguna utilidad para nosotros? La contestación es indudablemente afirmativa. Tienen unas propiedades medicinales inusitadas: su capacidad para proteger a los vegetales de los perniciosos rayos ultravioleta los convierte en unos antioxidantes magníficos, además, inhiben el crecimiento de las células cancerosas, tonifican el corazón, mejoran la resistencia de los capilares, impiden la formación de trombos en los vasos sanguíneos, rebajan el colesterol, regeneran el hígado, protegen la mucosa gástrica, y son antiinflamatorios, analgésicos, antivirales, fungicidas y bactericidas. ¿Es posible? No debe extrañarnos esta extraordinaria capacidad farmacológica pues conocemos cerca de diez mil moléculas de flavonoides diferentes y sabemos que muchas plantas tienen unas propiedades medicinales innegables.