sábado, 20 de julio de 2019

Insectos gigantes

     Durante millones de años la naturaleza ha diseñado una y otra vez animales gigantescos como si quisiera insistir en que el tamaño grande ofrece ventajas; y siempre factores ambientales o nuestra especie acabaron con ellos. No, la talla no es una garantía de supervivencia.

     El período Carbonífero se inició trescientos cincuenta y nueve millones de años atrás y duró sesenta millones de años, le sucedió el período Pérmico que acabó hace doscientos cincuenta y dos millones de años atrás. Con un clima tropical, las selvas cubrían la mayor parte del planeta; como consecuencia había menos dióxido de carbono y más oxígeno, cuya concentración alcanzó un máximo (treinta y cinco por ciento, compárese con el veintiuno actual) al final del Carbonífero y descendió bruscamente a finales del Pérmico. Se trata de períodos históricos apasionantes pues durante el primero, animales gigantes se arrastraban, reptaban, saltaban, serpenteaban, se escabullían, excavaban, acechaban, revoloteaban y aleteaban mucho antes de que llegasen los dinosaurios. Sí, durante el Carbonífero proliferaron los grandes artrópodos, que alcanzaron tamaños jamás imitados. Sobre el suelo vivía Arthropleura, una criatura de dos metros similar a un milpiés; bajo el agua de ríos y lagos moraban los Jaekelopterus, criaturas acorazadas de dos metros y medio de largo que recuerdan a un escorpión; y surcaban el aire los insectos más grandes de la historia, los Meganeuropsis, libélulas de setenta centímetros de envergadura, que tenían alas tan anchas como las de los halcones. Deambulaban por el planeta, además, cucarachas y arañas de medio metro, moscas desmesuradas, escorpiones descomunales, enormes cochinillas y pulgas de varios centímetros. Todos estos gigantes habían desaparecido a mediados del Pérmico.

     Robert A. Berner sospecha que la cantidad del oxígeno atmosférico desempeñó un papel esencial tanto en el auge como en la caída de los insectos; conjetura que se debe a la forma en que los insectos obtienen el oxígeno -directamente del aire, a través de diminutos conductos, en vez de hacerlo a través de la sangre-. Pero hay otras posibilidades, según Mathew Clapham: "El tamaño de los insectos prehistóricos se relaciona con la cantidad de oxígeno existente en un período de doscientos millones de años. Después, hace unos ciento cincuenta millones de años, el oxígeno aumentó, pero el tamaño del insecto disminuyó". Este momento coincidió con una mayor especialización de las aves, que pudieron ser fuerza evolutiva que impulsó una disminución en el tamaño de los insectos voladores. 

2 comentarios:

Anónimo dijo...

habría que ver como serían los pájaros insectívoros, o los bichos que se los comían.
Ahora son más pequeñitos pero más insidiosos, dañinos y pesados.

C. Armesto dijo...

Estimado amigo

En aquella lejana época no existían mamíferos, ni aves y apenas algún reptil; sí existían muchos anfibios, algunos de hasta cinco metros de tamaño, muy diferentes a las ranas y salamandras contemporáneas.

Sí, comparto tu inquina hacia los dañinos y molestos mosquitos, sobre todos con los que transmiten el dengue y la malaria.

Saludos