Reconozco
que no todos los momentos son buenos para disfrutar de la lectura de un poema; sin
embargo, aunque sea de una manera forzada por el calendario, en el día mundial
de la poesía, debe leerse alguno. Así lo hice, tomé un par de antologías
poéticas, las ojeé y me detuve en tres. Volví a disfrutar del maravilloso último
terceto del soneto de Quevedo sobre el polvo enamorado. Traté de entender a
Pessoa cuando identificaba al poeta con un fingidor; y me emocionó el madrigal que así comienza:
Ojos
claros, serenos,
Si
de un dulce mirar sois alabados,
¿Por
qué si me miráis, miráis airados?
Concluido
el tiempo dedicado a la emotividad, de nuevo tomaron el control del cerebro los
circuitos neuronales dedicados a la razón para inquirir sobre la causa del
color de los ojos. En el mundo existe una relativa uniformidad: el color ocular
común es el castaño; Europa constituye la excepción a la norma, pues en nuestro
continente se generó una diversidad de colores: desde el ámbar y avellana, al verde,
azul y gris. ¿De qué depende esa característica personal que tanto nos llama la
atención? El color está determinado por la cantidad y la distribución del
pigmento melanina en el iris del ojo; hay dos tipos de melanina, la eumelanina,
la forma más común que contienen todos los ojos, es un polímero negro-marrón
hecho con el aminoácido tirosina, y la feomelanina, de aspecto pardo-amarillento-rojizo;
además del mencionado, otro pigmento, el lipocromo, interviene en el fenómeno;
cierto, aún queda mucho por averiguar, pero los fisiólogos ya saben que el
color castaño-marrón se debe a la abundancia de melanina, cuya cantidad disminuye
y se vuelve moderada en el color verde -que tiene el dos por ciento de los
europeos-, y es escasa en el color azul, que presenta el ocho por ciento de los
europeos.
Como
en el pelo y en la piel se encuentra el mismo pigmento –la melanina- que en los
ojos, los biólogos pensaron, en el pasado, que el color ocular era un efecto de
la selección natural que se asociaba a la piel clara, para asegurar la
suficiente vitamina D en las regiones alejadas del ecuador; hoy sabemos que el
color de ojos es un rasgo genético complejo en el que intervienen varios genes,
genes que no condicionan la pigmentación de la piel. ¡Qué le vamos a hacer!
No hay comentarios:
Publicar un comentario