sábado, 25 de noviembre de 2017

¿Cómo vemos? Pigmentos visuales


¿Se ha preguntado alguna vez -curioso lector- cómo vemos? La luz genera una señal química en los conos y bastones, dos variedades de células presentes en la retina de nuestros ojos; señal que se transmite a unas neuronas, las cuales envían la información al cerebro.
Los bastones, muy numerosos –casi ciento veinte millones–, son muy sensibles a la luz de baja intensidad y por ello son responsables de la visión nocturna; por el contrario, se vuelven ciegos ante la luz diurna, de alta intensidad y, por lo tanto, carecen de importancia para la visión diurna; tampoco intervienen en la agudeza visual, ni distinguen los colores. Los conos, de seis a siete millones, operan con alta luminosidad y permiten la agudeza visual (significa que tienen la capacidad de percibir detalles pequeños en un objeto); con tres variedades de conos percibimos todos los colores: el sesenta y cuatro por ciento de ellos son sensibles a la luz roja (conos L); el treinta y dos por ciento detectan la luz verde (conos M); entre el dos y el siete por ciento la luz azul (conos S). Cabe resaltar que cada bastón o cada cono contiene un fotopigmento, una proteína, que cambia ligeramente al recibir luz: en los bastones, sensibles a la luz verde azulada, se halla la rodopsina; en los conos azules, la cianopsina; en los verdes, la cloropsina; y en los rojos, la eritropsina.
¿Cree el lector que el color claro u oscuro de sus ojos se debe a los conos? Yerra. Vemos el iris coloreado del ojo de nuestros semejantes, no los conos; éstos forman un mosaico y se concentran en el centro (la mácula) de la retina. Quien observe la retina, que ocupa la parte posterior del ojo, hallará que la densidad de los conos disminuye hacia su periferia; al contrario que los bastones, éstos se concentran en ella, y desde ahí disminuye su cantidad hasta una minúscula zona central de la mácula (la fóvea) donde no existe ninguno
En resumen, reconozco que el ojo humano es un buen detector de luz, aunque contiene fallos en su diseño. La luz no llega directamente a los fotorreceptores de la retina; incomprensiblemente, debe atravesar dos capas de células nerviosas antes de alcanzarlos. Añado otro error: existe una zona de la retina (el punto ciego) donde ni siquiera existen fotorreceptores. En otro lugar comentaré los azares de la evolución causantes de estas dos chapuzas morfológicas.

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