¿Es
inevitable el color verde de los continentes? ¿Tendría el mismo color la
vegetación de un planeta que orbitase a una estrella ligeramente distinta?
Nuestro Sol es una estrella del tipo G, las F son más azuladas, las K y M más
rojizas. Un planeta en la zona habitable (existe agua líquida) de una estrella
tipo F probablemente tendría vegetales azules, negros, en cambio, una del tipo
M.
Tanto
las bacterias y vegetales acuáticos como los terrestres se han adaptado a captar
la luz que les llega de su estrella, filtrada por el aire o por el agua; luz
limitada por la absorción del oxígeno en el extremo rojo y por la absorción del
ozono en el extremo violeta; las plantas se han adaptado a esta circunstancia y
por ello el pigmento absorbente óptimo es la clorofila, que absorbe los colores
rojo-amarillo y azul-violeta, y, en consecuencia, se observa verde. Sin embargo,
la atmósfera carecía de oxígeno cuando las primeras bacterias fotosintéticas
aparecieron sobre la Tierra, lo que significa que debieron de usar otros
pigmentos. Hace tres mil cuatrocientos millones de años, surgieron en nuestro
planeta los primeros seres que aprovechaban la luz solar para obtener la
energía imprescindible para vivir (fotosintetizadores, les apellidamos): eran
bacterias acuáticas que absorbían rayos infrarrojos, en vez de luz visible; en
sus reacciones químicas intervenía el hidrógeno, el sulfuro de hidrógeno o el
hierro en lugar del agua, de modo que no producían el oxígeno y sí, muchas de
ellas, azufre; sus pigmentos absorbentes de radiación fueron los antecesores de
la clorofila. Más tarde aparecieron las cianobacterias azuladas que contienen pigmentos
absorbentes de los colores de la luz visible; fueron las primeras productoras
de oxígeno. Conforme los seres vivos liberaban gases que cambiaban la iluminación,
ellos mismos se veían obligados a desarrollar nuevos pigmentos absorbentes: así
surgieron las algas rojas y algas pardas; después, a medida que las aguas poco
profundas quedaban libres de rayos ultravioleta, aparecieron las algas verdes, mejor
adaptadas a esa iluminación que sus antecesoras. Y de las algas verdes que
colonizaron el suelo evolucionaron todas las plantas, desde los musgos hasta los
helechos, hierbas y árboles.
Es
posible que, en el futuro, la selección natural favorezca a los seres que
aprovechen, mediante pigmentos absorbentes distintos de la clorofila, la luz
verde que hay en la sombra de los bosques. ¿Existirá algún ojo humano para
verlo?
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