No
es igual un cadáver enterrado y comido por gusanos, que sumergido en el mar y
engullido por las sardinas, que despedazado y devorado por los perros, que
incinerado y aventado y sirviendo de pasto a los gorriones. Alguien acaba
siempre comiéndose los cadáveres de los hombres. Sí, el mismo final para todos,
aunque unos mueren, a otros los matan y alguno hay que prefiere suicidarse.
Parecerá mentira, pero en el ámbito celular se observan semejanzas con los
óbitos humanos; y el suicidio celular tiene un interés indudable para los
biólogos porque la apoptosis –que así se llama el fenómeno- destruye las
células infectadas por un virus o dañadas por cualquier otra circunstancia. ¿Aprecia
el sorprendido lector la importancia de la apoptosis? Si tuviésemos la
capacidad de lograr que las células cancerosas o las infectadas se autodestruyeran
dispondríamos de una terapéutica para tan malhadadas enfermedades. Todd Rider
pretende haberla conseguido: creó un nuevo medicamento antiviral –al que llamó DRACO
(Double-stranded RNA Activated Caspase Oligomerizer)- capaz de revolucionar el
tratamiento de las enfermedades víricas.
Antes
de continuar el relato aclararé brevemente el modo de actuar de los virus. Los
virus entran en una célula, se reproducen en ella y la revientan. ¿Cómo lo
hacen? Una vez dentro, producen una cadena doble de ARN que controla las
actividades químicas celulares. La longitud y el tipo de una variedad de ARN proporciona
la diferencia entre las células infectadas y las sanas: la mayoría de los virus
producen moléculas de ARN largas, las células sanas las producen pequeñas. Debo
añadir que las células contienen proteínas de autodefensa contra el ARN vírico.
Los dracos, igual que los mitológicos centauros, constan de dos partes: una
proteína de autodefensa que reconoce el ARN vírico proporciona la mitad equina,
la mitad humana activa el mecanismo de autodestrucción celular; en resumen, draco
busca las células que contengan cadenas dobles de ARN vírico, y una vez las
localiza, activa su autodestrucción.
Hasta
ahora los médicos han contado con pocos agentes terapéuticos contra virus patógenos
como el VIH, hepatitis, ébola, viruela o el simple resfriado; y la mayoría son
específicos. Hace algunas décadas el descubrimiento de los antibióticos
revolucionó el tratamiento de las infecciones bacteriológicas; los microbiólogos
pretenden encontrar algún fármaco que también revolucione la lucha contra las
infecciones víricas. El nuevo antiviral ya se ha ensayado y es efectivo contra
el dengue, la gripe, la polio y varios más. La prometedora investigación
continúa.
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