sábado, 2 de septiembre de 2017

Antivirales de amplio espectro


No es igual un cadáver enterrado y comido por gusanos, que sumergido en el mar y engullido por las sardinas, que despedazado y devorado por los perros, que incinerado y aventado y sirviendo de pasto a los gorriones. Alguien acaba siempre comiéndose los cadáveres de los hombres. Sí, el mismo final para todos, aunque unos mueren, a otros los matan y alguno hay que prefiere suicidarse. Parecerá mentira, pero en el ámbito celular se observan semejanzas con los óbitos humanos; y el suicidio celular tiene un interés indudable para los biólogos porque la apoptosis –que así se llama el fenómeno- destruye las células infectadas por un virus o dañadas por cualquier otra circunstancia. ¿Aprecia el sorprendido lector la importancia de la apoptosis? Si tuviésemos la capacidad de lograr que las células cancerosas o las infectadas se autodestruyeran dispondríamos de una terapéutica para tan malhadadas enfermedades. Todd Rider pretende haberla conseguido: creó un nuevo medicamento antiviral –al que llamó DRACO (Double-stranded RNA Activated Caspase Oligomerizer)- capaz de revolucionar el tratamiento de las enfermedades víricas.
Antes de continuar el relato aclararé brevemente el modo de actuar de los virus. Los virus entran en una célula, se reproducen en ella y la revientan. ¿Cómo lo hacen? Una vez dentro, producen una cadena doble de ARN que controla las actividades químicas celulares. La longitud y el tipo de una variedad de ARN proporciona la diferencia entre las células infectadas y las sanas: la mayoría de los virus producen moléculas de ARN largas, las células sanas las producen pequeñas. Debo añadir que las células contienen proteínas de autodefensa contra el ARN vírico. Los dracos, igual que los mitológicos centauros, constan de dos partes: una proteína de autodefensa que reconoce el ARN vírico proporciona la mitad equina, la mitad humana activa el mecanismo de autodestrucción celular; en resumen, draco busca las células que contengan cadenas dobles de ARN vírico, y una vez las localiza, activa su autodestrucción.

Hasta ahora los médicos han contado con pocos agentes terapéuticos contra virus patógenos como el VIH, hepatitis, ébola, viruela o el simple resfriado; y la mayoría son específicos. Hace algunas décadas el descubrimiento de los antibióticos revolucionó el tratamiento de las infecciones bacteriológicas; los microbiólogos pretenden encontrar algún fármaco que también revolucione la lucha contra las infecciones víricas. El nuevo antiviral ya se ha ensayado y es efectivo contra el dengue, la gripe, la polio y varios más. La prometedora investigación continúa.

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