sábado, 20 de junio de 2015

Átomos viajeros: ciclo geoquímico del carbono


     Hace dos siglos que los humanos quemamos combustibles fósiles de manera generalizada, y los convertimos en dióxido de carbono que pasa a la atmósfera. Los combustibles fósiles, el gas, petróleo y carbón no siempre han estado ahí, son restos de lo que en otro tiempo fueron seres vivos que se han acumulado durante decenas, más bien centenas de millones de años. Repito las cifras: lo acumulado durante centenas de millones de años lo expulsamos a la atmósfera en apenas dos siglos.

     Para comprender estas magnitudes identifiquemos los almacenes de carbono en la corteza terrestre. Existen dos grandes almacenes con capacidad de trillones de kilos: las rocas sedimentarias (carbonatos de calcio y magnesio) encierran sesenta, quince caben en la materia sedimentaria. Tres almacenes intermedios poseen una capacidad mil veces menor que los anteriores: los océanos (carbonatos y bicarbonatos disueltos) contienen cuarenta y dos, los combustibles fósiles, cuatro, los suelos, tres. Dos pequeños almacenes de carbono, cien veces menores que los intermedios, completan la relación: la atmósfera que confina setenta y dos y la biosfera (los seres vivos) que encierra cincuenta y seis.

     Yerra quien crea que se trata de depósitos estáticos, más bien al contrario, los átomos de carbono viajan continuamente de uno a otro: ya están en la atmósfera, ya en la biosfera, ora en las rocas sedimentarias, ora en los océanos. El ciclo biológico del carbono, -el dióxido de carbono atmosférico es recogido por plantas y bacterias, transformado en materia orgánica, y posteriormente liberado de nuevo a la atmósfera por la respiración y descomposición- es un componente de uno mayor, el ciclo geoquímico del carbono: las plantas toman el carbono de la atmósfera y lo disuelven en el agua; disuelto meteoriza las rocas, cuyos componentes son transportados por los ríos a los océanos, donde parte del carbono se convierte en mineral y parte se libera a la atmósfera. Es importante resaltar que, al hacer el balance global de carbono, se registra una pérdida; pérdida que se contrarresta en el interior de la Tierra donde se forma el dióxido de carbono que los volcanes expulsan a la atmósfera. Puesto que la liberación de dióxido de carbono ocasionada por las actividades humanas es mucho más rápida que la natural debido a las actividades volcánicas, su concentración en la atmósfera aumenta, lo que nos conduce a la inquietante predicción que la quema de combustibles fósiles podría alterar el clima de la Tierra.

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