sábado, 19 de enero de 2013

¿Nuestra galaxia afecta a la biosfera?

¿Influyen los astros en la vida? El Sol, seguro, la Luna también. Los planetas, casi nada. ¿Y las estrellas? En las regiones polares el viajero se deleita con la magnificencia de las auroras, cuyos tonos verdes (debidos al oxígeno) le parecen delicadamente hermosos; extasiado, observa los efectos de magnetismo terrestre, magnetismo que envuelve al planeta en una esfera (magnetosfera) protectora del viento solar, perjudicial para la vida. El magnetismo del Sol tiene la misma función, por una parte crea la heliosfera, cuyo límite marca la frontera del sistema solar, más allá se halla el medio en el que se mueven las estrellas; por otro, nos sirve de escudo contra los rayos cósmicos, dañinos para los seres vivos. Como habrá deducido el astuto lector, el aumento de la intensidad de los rayos cósmicos perturba la biosfera: el paso del Sol por los brazos espirales de la galaxia, que contienen supernovas emisoras de rayos cósmicos, lo hace; Adrian Melott y Mikhail Medvedev han sugerido otra posibilidad: el movimiento de la Vía Láctea hacia el cúmulo de galaxias de Virgo podría generar un arco de choque galáctico -en el lado (norte) de la Vía Láctea que está frente al cúmulo-, similar a la onda de choque creada por un avión supersónico: el sistema solar estaría entonces más desprotegido de los rayos cósmicos cuando, durante su órbita en la Vía Láctea, se hallase encima del plano galáctico.

La influencia del Sol no se detiene en la heliosfera: su gravedad se extiende mucho más allá, si la distancia del Sol a la Tierra midiese un centímetro, la frontera de la heliosfera se hallaría a medio metro, pero el límite de la gravedad debería buscarse en el medio kilómetro, casi un año luz; allí se encuentra la nube de Oort, nido de la mayoría de cometas: entre uno y cien billones están esperando que una leve perturbación los precipite hacia su estrella madre. Y las fuerzas gravitatorias que actúan sobre el sistema solar, durante su órbita a la galaxia, es posible que desestabilicen la nube; ya sea porque atraviesa repetidamente los brazos espirales galácticos, que albergan multitud de nubes moleculares, ya porque atraviesa periódicamente el plano de la galaxia. Seguro que el perspicaz lector ya habrá adivinado qué sucedería si un cometa (abandonada la nube de Oort) chocara con la Tierra en su camino hacia el Sol.

Sí, a quienes buscan en el espacio la causa de alteraciones en la biosfera les queda mucho trabajo que hacer.

1 comentario:

C. Armesto dijo...

Estimada amiga

La radiactividad ambiental no puede atemorizarnos, pero tampoco podemos ignorarla. Para que te hagas una idea. Si alguna vez viajas en avión desde España a América recibirás la misma cantidad de radiación (electromagnética y rayos cósmicos) que si te hubieras hecho una radiografía de tórax.

Saludos cordiales
Epi