sábado, 6 de octubre de 2012

¿La inflamación es una enfermedad?

Durante la última década los médicos han averiguado que la inflamación impulsa enfermedades mortales como el cáncer, la diabetes, la enfermedad de Alzheimer o la aterosclerosis. ¿Se trata, entonces, de una enfermedad? Cuando el médico reconoce los cuatro síntomas: tumor (un bulto, un agrandamiento anormal de una parte del cuerpo que aparece hinchada), rubor, calor y dolor, su diagnóstico es inequívoco: inflamación. Y no, no se trata de una enfermedad, sino de una respuesta del organismo que produce un efecto saludable; la inflamación es una reacción inespecífica frente a agresiones, que surge tanto con el fin de destruir al agente dañino, como para reparar el tejido u órgano dañado. Existen multitud de agentes capaces de producir inflamaciones (fíjese el filólogo lector en el sufijo itis para reconocerla): no sólo las bacterias, virus, parásitos y hongos, sino también las radiaciones, el frío, el calor, las toxinas, los traumatismos o los cuerpos extraños; sin olvidarnos de la muerte de células o de alteraciones inmunitarias. El problema de la inflamación consiste en que la defensa se dirige tanto contra los agentes dañinos como contra los tejidos y órganos sanos, a los que puede lesionar.

Cuando, por la razón que sea, se inicia la reacción inflamatoria, las hormonas de la inflamación producidas por ciertas células actúan sobre el conjunto del organismo con el fin de movilizar los recursos defensivos, entre los cuales se halla la elevación de la temperatura, el tabicado de la zona lesionada para aislarla del resto, el aumento de la síntesis de proteínas, la movilización de los leucocitos defensores y la activación de los fibroblastos reparadores. Puesto que esta potente defensa puede producir daños, resulta fundamental mantenerla bajo control; por ello se disparan unas señales químicas que sirven para terminar el proceso inflamatorio; porque si la inflamación se mantiene un tiempo prolongado, semanas o meses, se convierte en crónica, -un tipo de inflamación que también puede empezar de manera progresiva-; coexisten entonces el daño y los intentos de reparación; en cualquier caso, la inflamación es responsable del daño de los tejidos en la artritis reumatoide, la aterosclerosis o la fibrosis pulmonar. Las infecciones persistentes, la exposición prolongada a tóxicos como el polvo de sílice, la aterosclerosis y anomalías en el sistema inmunológico entre las que se hallan la artritis reumatoide, la esclerosis múltiple, la enfermedad de Crohn o el asma bronquial son las causas habituales de las inflamaciones crónicas. Espero que el lector aprensivo se haya tranquilizado.

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