La
vida está hecha de sucesos inesperados y de ellos proviene su gracia. Charlaba
con una amiga sobre el gran acelerador de partículas
LHC y el bosón de Higgs era el protagonista indiscutible de la conversación.
Así pasábamos el tiempo, cuando el pequeño hijo de ella interrumpió la plática.
Descalzo, le escuché decir con voz apenas audible:
-Mamá,
quiero botones como los de ese señor.
Los
dos adultos nos miramos desconcertados. Tardamos un rato en adivinar que el
niño había confundido la ese de bosones con una te, y convertido las botas en
su aumentativo. Reconozco que, aunque al principio le había lanzado aviesas
miradas –no dejaba dormir a su madre por las noches-, en ese momento, el crío me
resultó profundamente simpático.
¿Qué
son los bosones de Higgs que embrollaron al pequeño? Antes de continuar necesito
hacer unas aclaraciones al lector inexperto. Los físicos han elaborado una
teoría para describir los constituyentes últimos de la materia y las fuerzas
fundamentales con que interaccionan. Hay once ceros de diferencia entre la masa
de un elefante y la de una diminuta hormiga; creemos comprender la causa: el
mamífero consta de más átomos que el insecto; la misma cantidad de ceros existe
entre la masa de la partícula elemental más pequeña y la de la más grande, pero
¿por qué difieren tanto si ambas no se componen de piezas más pequeñas? Más aún
¿por qué tienen masa?, porque tenerla no es asunto baladí: pues solo quienes no
la poseen pueden viajar a la velocidad de la luz. ¿La solución? Los físicos se
inventaron (incluyeron en la teoría) unas partículas con ciertas características,
y las apellidaron de Higgs. Aún podemos admirar más la imaginación de los
científicos si nos fijamos en los atributos del invento; porque - argumentan- como
cada partícula elemental lleva un campo asociado, suponen que el espacio vacío no
está vacío, sino que contiene un campo de energía en todo él (el campo de
Higgs). ¿Qué sucede entonces? Que las partículas adquieren masa (entiéndase masa
como sinónimo de energía) al interaccionar con el campo de Higgs de una manera
análoga a como los trozos de papel secante –que representan las partículas
individuales- absorben tinta –que representa la energía-. Y así como los trozos
de papel de distinto tamaño absorben cantidades diferentes de tinta, las distintas
partículas absorben cantidades diferentes de energía (o masa).
Y lo más sorprendente de toda esta
historia es que, probablemente, las partículas de Higgs existan; en cualquier
caso, las observaciones que se hagan en el LHC dirán la última palabra.