sábado, 25 de octubre de 2014

Los rayos


Ocho millones de rayos diarios y dos mil muertos anuales no son cifras para despreciar. ¿En qué consisten tan espectaculares fenómenos? Los físicos saben que un rayo es una descarga eléctrica (de cinco mil a trescientos cincuenta mil amperios) entre una nube de tormenta y la tierra, o entre dos regiones de la nube, cuando entre ambas se alcanza una diferencia de potencial de varios cientos de millones de voltios. Para que se transfiera la carga eléctrica (negativa o positiva) de un lugar a otro, las cargas positivas deben hallarse separadas de las negativas, o sea, la nube de tormenta debe hallarse electrificada. ¿Cómo lo hace? Las partículas de granizo blando caen dentro de la nube a través de una suspensión de cristales de hielo y gotitas de agua; durante el descenso unas partículas chocan con otras, y las colisiones ocasionan la separación de cargas; algo similar ocurre cuando electrificamos un bolígrafo frotándolo con una tela. Nada más pueden revelar los físicos por ahora, porque en lo concerniente a lo que sucede a nivel molecular deben alegar ignorancia. Retornemos de nuevo a lo sabido y recurramos a la imaginación para describir cómo se distribuyen las cargas: si consideramos la nube de tormenta como un gran bocadillo de tortilla, dos capas de cargas positivas constituirían los dos trozos de pan y una capa de cargas negativas representaría la tortilla. Todavía falta por contestar una pregunta. ¿De dónde procede la energía de los rayos? Al fin y al cabo una nube de tormenta de proporciones modestas produce unos cuantos por minuto y tiene una potencia de varios centenares de megavatios, comparable a la de una central nuclear. En último término el calor solar es el responsable de que el vapor del agua atmosférico se eleve. Durante su ascensión, el vapor se condensa en agua líquida o hielo que, a continuación, desciende: la energía potencial gravitatoria que se libera durante la precipitación proporciona la energía para electrificar la nube.

Durante diez horas cada noche y doscientas noches cada año, los navegantes en el venezolano lago de Maracaibo pueden ver una descarga de relámpagos casi continua (uno cada segundo, un millón ciento setenta mil anuales), y silenciosa -por la gran distancia a que se observa el fenómeno-. Los venezolanos lo apellidaron relámpago del Catatumbo y pretenden que la Unesco lo declare patrimonio de la humanidad: si lo consiguen sería el primer fenómeno meteorológico en ganar tan insigne premio.

sábado, 18 de octubre de 2014

La soja


Vaya el lector curioso a una tienda de alimentación. Si lo hace, comprobará que puede comprar muchos productos de soja, desde aceite o harina, hasta leche, carne, salsa o tofu. Géneros que no siempre han estado ahí; hasta el 1970 la alimentación humana con soja se reducía a China, Japón, Taiwan, Corea o Vietnam; hoy, EEUU es el mayor productor mundial y se comercializa el vegetal en todo el mundo, tanto para la alimentación humana como para la del ganado. Presenta una interesante ventaja cando se emplea como alimento humano: puede comerse en substitución de las carnes, ya que su proteína aporta los ocho aminoácidos esenciales que requerimos los adultos para fabricar nuestras propias proteínas (aunque conviene matizar que uno de ellos escasea).

La soja (Glycine max) es una leguminosa de la que se aprovechan sus semillas, muy ricas en proteínas (cuarenta por ciento del peso seco) y moderadamente ricas en aceites (el veinte por ciento); los carbohidratos (treinta y cinco por ciento) y la ceniza (cinco por ciento) completan el análisis de su contenido. Además de sus componentes nutritivos esta leguminosa contiene isoflavonas -genisteína y daiceína- cuya estructura química es muy semejante a la de nuestro estrógeno (hormona femenina), por lo que puede interferir con su acción. Concretamente, las isoflavonas, técnicamente calificadas como fitoestrógenos, pueden competir con la hormona y por ello disminuir los riesgos debidos a su exceso; también, si el nivel de la hormona baja durante la menopausia, pueden compensar el efecto. ¿Son provechosas las isoflavonas para la salud? No hay consenso entre los científicos. Unos declaran que el consumo de soja nos beneficia y hay pruebas que muestran que nos protege del cáncer de próstata, de las enfermedades cardíacas y de la osteoporosis, y que alivia los síntomas de la menopausia. Otros han encontrado evidencias que podría dañar la inmunidad infantil y que los fetos de las mujeres embarazadas que se alimentan con soja intensamente podrían sufrir un efecto estrogénico. Tanto unos como otros desaconsejan, por perjudicial, el uso de la soja a las mujeres con riesgo de cáncer de mama y a las personas cuya glándula tiroides no funcione con normalidad.

Espero que le lúcido lector se haya formado una opinión sobre la bondad de los alimentos que contienen soja porque el escritor se encuentra perplejo.

sábado, 11 de octubre de 2014

Las fotografías Kirlian y el aura


Seguro que el lector aficionado a la electricidad ha visitado un museo de ciencia y tecnología y, en él, ha visto las espectaculares descargas eléctricas, similares a rayos de unos pocos metros de alcance, creadas por una bobina Tesla. Trasládese ahora con la imaginación al año 1939, en un Hospital de Alma-Ata, en Kazajistán, un matrimonio experimenta con campos eléctricos de alta tensión producidos por un dispositivo eléctrico similar al mencionado. Durante las pruebas, el marido recibe una descarga eléctrica en su mano: y en el mismo momento se percata de que un halo luminoso la rodea. Sorprendidos por el efecto, ambos cónyuges vuelven a repetir la experiencia y deciden dedicarse a estudiarla; Semyon Davidovich Kirlian y Valentina Kirlian, que así se llamaban los investigadores, inventaron una cámara capaz de materializar en una imagen la descarga en corona de cualquier ser vivo u objeto inanimado. Antes de continuar debo aclarar el significado de la descarga en corona: se trata de un fenómeno eléctrico que se produce en los cables de alta tensión y se manifiesta como un halo luminoso a su alrededor; también puede observarse en los árboles altos o en los campanarios de las iglesias durante una tormenta, o en cualquier objeto sometido a un intenso campo eléctrico. Cuando el campo eléctrico sobrepasa los tres millones de voltios cada metro, el aire circundante se ioniza, las moléculas ionizadas conducen la corriente eléctrica, aumenta su temperatura: el gas emite luz de un color rojizo o azulado.

Las primeras cámaras Kirlian constaban de un generador eléctrico de alta frecuencia, elevada tensión y muy baja corriente eléctrica (así nadie podía electrocutarse), que se conecta a una placa sobre la que se coloca el objeto que se quiere analizar; la fotografía (más bien fotoelectrografía) Kirlian así tomada nos proporcionaba el registro de la intensidad luminosa alrededor del cuerpo. Supersticiosos y curanderos (tanto del cuerpo como de la mente) aseguran que las fotos obtenidas con esta técnica captan el aura de las personas, aura que refleja el estado fisiológico y psicológico del sujeto en ese momento. Cierto, las fotos Kirlian muestran imágenes coloreadas muy bellas… que los científicos han demostrado que nada tienen que ver con la salud o enfermedad; sólo indican variaciones de la humedad, sudor si se trata de manos humanas, en el objeto fotografiado. ¡Qué le vamos a hacer!

sábado, 4 de octubre de 2014

Oncocercosis


 La enfermedad que los científicos conocen como oncocercosis ha dejado ciegas a medio millón de personas contemporáneas nuestras: así de rotundas son las cifras. En 2005 ciento cuarenta mil suramericanos estaban infectados por el gusano causante de la ceguera de los ríos, nombre popular de la impronunciable oncocercosis; en 2013 el último refugio del parásito en América está entre los yanomami, unos veintitrés mil indígenas que viven en la selva que se extiende por la frontera de Brasil con Venezuela. Es fácil ver que la enfermedad mora entre ellos: muchos yanomami lucen en sus cabezas un nódulo, nódulo constituido por un ovillo de gusanos reproduciéndose bajo la piel; en cada uno de estos chichones los gusanos adultos producen multitud de gusanitos que viajan por todo el cuerpo. El picor es lo primero que sienten los enfermos al despertarse y lo último antes de dormirse: la vida se convierte en un infierno. En algunos casos, los gusanitos (las microfilarias) llegan a los ojos y producen la ceguera.

En una decisión sin precedentes, la multinacional farmacéutica Merck se comprometió, en 1987, a donar todo el antiparasitario que hiciera falta para acabar con la enfermedad en el mundo. Desde entonces, la compañía ha donado fármacos por valor de cuatro mil millones de euros. El fármaco, la ivermectina, no mata a los gusanos adultos, pero sí extermina a las crías que viajan por el cuerpo; así, cuando las moscas negras –así se llaman los mosquitos transmisores del parásito- pican a una persona tratada, chupan una sangre limpia y se impide la transmisión de la enfermedad. Si el tratamiento se mantiene durante unos tres años, los gusanos adultos acaban muriendo.

¿Qué opinan los indígenas? Asocian la ceguera con un espíritu del Sol y creen que sólo el chamán puede curarla. Afortunadamente para los yanomami, y a pesar de la dificultad del acceso a sus comunidades, los médicos les han llevado, en helicóptero, el tratamiento contra la oncocercosis: “Siempre nos reciben bien, porque con nosotros trabajan agentes yanomami”, “Los médicos somos aceptados en una jerarquía similar a la de sus chamanes”. Mauricio Sauerbrey, director del Programa para la Eliminación de la Oncocercosis en las Américas, se muestra optimista: espera que, alrededor de 2020, América habrá vencido a la oncocercosis; sin embargo, en África central y occidental la enfermedad todavía es un grave problema de salud pública… la guerra contra el gusano Onchocerca volvulus continúa.