sábado, 1 de noviembre de 2025

Factores de transcripción


Los aproximadamente veinticinco mil genes que codifican proteínas en el genoma humano pueden identificarse por la clase de proteína codificada. Las proteínas más abundantes forman cuatro mil enzimas diferentes; le siguen en abundancia, dos mil quinientas proteínas que se unen con los ácidos nucleicos; más de mil setecientos factores de transcripción ocupan el tercer lugar. ¿Qué función desarrollan estas proteínas, que el culto lector probablemente oirá nombrar por primera vez? Para fabricar las proteínas que forman el cuerpo humano, las células, como los albañiles para construir edificios, recurren a mapas, mapas que en las células llamamos moléculas de ADN. ¿Cómo actúan? El ADN transcribe las instrucciones de fabricación a moléculas de ARN mensajero, quienes las traducen a las diferentes proteínas. La ARN polimerasa, una enzima que necesita proteínas adicionales para ejercer su actividad, sintetiza el imprescindible ARN mensajero; estas proteínas adicionales son los factores de transcripción. Resaltamos la importancia de la enzima mencionada: la alfa amanitina, que contiene la seta oronja verde (Amanita phalloides), bloquea la ARN polimerasa de sus ingenuos degustadores; no necesitamos aclarar el mortal resultado de tan infausta ingestión.
Analicemos el mecanismo de actuación de uno de los factores de transcripción de la ARN polimerasa: el NF-kB, presente en la mayoría de las células humanas, que regula respuestas inmunes e inflamatorias y controla la proliferación y supervivencia celular. Señales químicas externas activan unos receptores de la membrana celular; los receptores activan una enzima que rompe una molécula para dejar libre al NF-kB, quien penetra en el núcleo y, previa activación de la síntesis del ARN mensajero, induce la fabricación de proteínas, que mejorarán (o empeorarán) el funcionamiento celular. El sagaz lector habrá apreciado que debemos concretar qué señales químicas actúan y cuáles receptores celulares son activados. Las señales varían, desde las especies reactivas de oxígeno (el peróxido de hidrógeno o los radicales) y las citocinas proinflamatorias (TNF alfa o interleucina Il 1-beta) hasta las moléculas de las membranas bacterianas (lipopolisacáridos LPS). Distintos receptores activan el NF-kB: los receptores (TLR) de las células del sistema inmunitario innato, que reconocen moléculas de las bacterias patógenas; los receptores (RANK) de las células dendríticas del sistema inmunitario, que reconocen moléculas (citocinas) proinflamatorias; y los receptores de los linfocitos B y linfocitos T.
El perspicaz lector ya habrá deducido el valor terapéutico que tiene la regulación del NF-κB, para las enfermedades inflamatorias y los cánceres.