Quería
completar mi vestuario; y la composición del tejido me interesa tanto como la
estética y el precio. En Zara revisaba las etiquetas de varias docenas de
pantalones buscando lino –sin que se destrozase mi presupuesto-, cuando, de
repente, encuentro uno hecho con lyocell. Se despertó mi curiosidad: ¿qué es el
lyocell? El dependiente, aunque derrochó amabilidad, no logró satisfacer mi
ansia de conocimiento.
Existen
dos variedades de fibras textiles químicas: las fibras sintéticas y las artificiales.
La materia prima con la que se fabrican aquéllas se obtiene mediante síntesis
química; así sucede con el nailon, el tergal -el poliéster más popular-, la
crilenka o leacril -nombres comerciales de fibras acrílicas- y el elastano. En
cambio las fibras textiles artificiales (o semi-sintéticas) se manufacturan con
materia prima natural; si ésta es la celulosa, reciben el nombre genérico de
rayón (o viscosa); concretamente, el lyocell -una nueva variedad del rayón- se obtiene de la
pasta de madera.
Antes
que existieran las fibras textiles químicas, la humanidad usaba las fibras
textiles naturales, como el lino, el algodón y la lana. Para recordarlas y
valorarlas se instituyó el 2009 como Año internacional de las fibras naturales.
Los agricultores de todo el mundo cosechan, cada año, alrededor de treinta y
cinco millones de toneladas de fibras naturales; que extraen de una amplia gama
de animales –ovejas, conejos, cabras, camellos, alpacas- y plantas -cápsulas de
algodón, hojas de abacá y sisal, cáscaras de coco, tallos de yute, cáñamo, lino
y ramio-. Todas estas fibras, útiles para la confección de cuerdas, hilos y
telas, han sido fundamentales para la sociedad desde el origen de la
civilización. Y deben seguir siéndolo, porque el empleo de las fibras naturales
es saludable. Compárese la sensación que produce una camiseta de algodón un día
caluroso, con la experimentada con vestidos hechos con tejidos sintéticos que
impiden la transpiración (se utilizan para sudar y bajar de peso). Los
colchones fabricados con fibras de coco presentan gran resistencia a los hongos
y los ácaros; las fibras de cáñamo tienen propiedades antibacterianas y el lino
es el textil más higiénico para las sábanas de un hospital. Los beduinos usan
prendas de lana fina para mantenerse frescos en el desierto: porque la lana
aísla tanto del frío como del calor.
Añado,
por último, que la ponderación de las fibras naturales no implica, como es
lógico, una descalificación de las fibras químicas.
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