sábado, 21 de abril de 2018

Fibras naturales


Quería completar mi vestuario; y la composición del tejido me interesa tanto como la estética y el precio. En Zara revisaba las etiquetas de varias docenas de pantalones buscando lino –sin que se destrozase mi presupuesto-, cuando, de repente, encuentro uno hecho con lyocell. Se despertó mi curiosidad: ¿qué es el lyocell? El dependiente, aunque derrochó amabilidad, no logró satisfacer mi ansia de conocimiento.
Existen dos variedades de fibras textiles químicas: las fibras sintéticas y las artificiales. La materia prima con la que se fabrican aquéllas se obtiene mediante síntesis química; así sucede con el nailon, el tergal -el poliéster más popular-, la crilenka o leacril -nombres comerciales de fibras acrílicas- y el elastano. En cambio las fibras textiles artificiales (o semi-sintéticas) se manufacturan con materia prima natural; si ésta es la celulosa, reciben el nombre genérico de rayón (o viscosa); concretamente, el lyocell -una nueva variedad del rayón- se obtiene de la pasta de madera.
Antes que existieran las fibras textiles químicas, la humanidad usaba las fibras textiles naturales, como el lino, el algodón y la lana. Para recordarlas y valorarlas se instituyó el 2009 como Año internacional de las fibras naturales. Los agricultores de todo el mundo cosechan, cada año, alrededor de treinta y cinco millones de toneladas de fibras naturales; que extraen de una amplia gama de animales –ovejas, conejos, cabras, camellos, alpacas- y plantas -cápsulas de algodón, hojas de abacá y sisal, cáscaras de coco, tallos de yute, cáñamo, lino y ramio-. Todas estas fibras, útiles para la confección de cuerdas, hilos y telas, han sido fundamentales para la sociedad desde el origen de la civilización. Y deben seguir siéndolo, porque el empleo de las fibras naturales es saludable. Compárese la sensación que produce una camiseta de algodón un día caluroso, con la experimentada con vestidos hechos con tejidos sintéticos que impiden la transpiración (se utilizan para sudar y bajar de peso). Los colchones fabricados con fibras de coco presentan gran resistencia a los hongos y los ácaros; las fibras de cáñamo tienen propiedades antibacterianas y el lino es el textil más higiénico para las sábanas de un hospital. Los beduinos usan prendas de lana fina para mantenerse frescos en el desierto: porque la lana aísla tanto del frío como del calor.
Añado, por último, que la ponderación de las fibras naturales no implica, como es lógico, una descalificación de las fibras químicas. 

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