Reconozco que le tengo mucha simpatía a
la salvia -cada uno es muy dueño de sus fobias y sus filias- por varias
razones. Se cuenta una bonita historia, probablemente apócrifa, de esta pequeña
planta de flores azules de nuestros campos. En Tolouse y durante una época de peste, fueron
arrestados cuatro ladrones mientras saqueaban las casas de sus vecinos. La
condena era inapelable, la muerte esperaba a los criminales; pero alguien les
ofrece una posibilidad de salvación si explican cómo habían logrado sobrevivir
entre los apestados. ¿Quizá un pacto con el diablo, como clamaban algunos temerosos
vecinos? ¡No! El secreto para evitar el contagio consistía en macerar salvia,
romero, espliego y tomillo en vinagre, para, a continuación, frotarse el cuerpo
con él; popularizada la pócima no nos extraña que tradicionalmente se la
conozca como "el vinagre de los cuatros ladrones”. Y es que la salvia es
una planta medicinal, cicatrizante, antiséptica y antiinflamatoria, que se usa
para las heridas de la piel, la garganta y las encías.
No me olvido de su uso culinario como
planta aromática; se trata de una especie de gusto áspero y picante, y de aroma
fuerte que obliga a usarla con moderación. Sus hojas, tanto frescas como secas,
pueden ser utilizadas en ensaladas, sopas y legumbres, o acompañando carnes,
pescados y quesos; a los sibaritas catadores de licores les diré que la salvia también
interviene en la maceración del orujo de hierbas; y ya que mencionamos las bebidas
añadiré que, antes de que los ingleses pusieran de moda el té en Europa,
nuestros antepasados consumían infusiones de hojas de salvia como bebida
cotidiana.
La tercera razón de mi filia por la
salvia -que los antiguos griegos consideraban sagrada-, se debe a la
ambivalencia de las numerosas sustancias que contiene; sólo mencionaré dos
clases: los flavonoides, beneficiosos antioxidantes y la tujona, muy tóxica.
Por último, un biólogo me recomendó que,
cuando tuviese dolores suaves de dientes o muelas, masticase durante unos
minutos una hojita fresca de salvia y después la escupiese, sin tragar nada. Ya
verás -me dijo- como te desaparecen las infecciones dentarias leves. Aunque soy muy escéptico respecto de los
remedios caseros, probé. ¡Y funciona!... hasta ahora. Querido lector sé
escéptico y prudente ante las opiniones heterodoxas; cuando te duela la
dentadura ¡visita al dentista! Me agradecerás el consejo.
1 comentario:
Estimada amiga
Aunque el término salvia indica un género de plantas me refiero a la especie Salvia officinalis. La que tengo yo es un pequeño arbusto con flores azules.
Cordialmente
Epi
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