sábado, 13 de septiembre de 2025

Composición de los planetas


Conocemos la composición química de nuestro planeta: nitrógeno y oxígeno en la atmósfera, agua en los océanos, rocas constituidas por oxígeno, silicio y aluminio entre los que están intercalados algunos metales en la corteza y el manto, e hierro en el núcleo. ¿Tendrán la misma composición los otros siete planetas? ¡Averigüémoslo!
Si tomamos como patrón la composición química del Sol, Júpiter es el planeta modelo; ya que en él la abundancia de los dos elementos básicos del Sol, el hidrógeno y helio, es muy semejante a la estrella. Bajo las atmósferas de Júpiter y Saturno, ambas de hidrógeno y helio, hay un océano de hidrógeno molecular, encima de hidrógeno metálico, que envuelve a un fluido de metano, amoníaco y agua; fluido que rodea a un núcleo de roca y, tal vez, metal. La estructura interna de Urano y Neptuno, más que la composición, es diferente a los dos planetas gigantes anteriores; pues ambos tienen una atmósfera de hidrógeno y helio; que se dispone encima de un océano constituido por una disolución acuosa de amoníaco y metano, que rodea a un núcleo de roca y, quizá, metal.
La composición de los cuatro planetas internos, muy diferente a los cuatro anteriores, es semejante a los meteoritos que provienen de la parte externa del cinturón de asteroides. El basalto es la roca predominante en las cortezas de la Tierra, Venus, Marte y Mercurio; la Luna es un caso híbrido, pues está cubierta por basaltos y anortositas; los granitos son típicos de la Tierra, acaso porque esta roca sólo se forma cuando se reciclan las rocas superficiales, o sea, cuando existe tectónica de placas. Se supone, sólo se supone, que los mantos de Venus y Marte son similares al terrestre, que consta de rocas peridotitas. En cuanto a los núcleos, el de la Tierra consta de un ochenta por ciento de hierro, con el veinte por ciento restante de níquel y azufre; se ignora la composición de los núcleos de Marte y Venus; el núcleo de Mercurio podría contener el setenta por ciento de la masa del planeta, quizá por ello Mercurio constituye una transición a los planetas enteramente metálicos, un tipo de astros ausentes en nuestro sistema solar. 
En resumen, en nuestro sistema solar observamos que la composición de los planetas varía entre dos extremos: Júpiter, el más parecido al Sol, y Mercurio, el más diferente.

sábado, 6 de septiembre de 2025

Eones terrestres

 
Infancia, adolescencia, juventud, madurez y vejez son etapas vitales por las que atraviesa una persona. Atribuimos fases similares -que llamamos eones- a nuestro planeta. A los fenómenos que observamos en cada uno nos vamos a referir.
Durante el eón primero se formó la Tierra y, después de un choque con un astro gigante, la Luna. Océanos de magma ocuparon la superficie terrestre, que gira tan rápido que se requieren miles de días para contar un año. Al enfriarse el planeta, aparecen las rocas. La Tierra se desgasifica, forma una atmósfera de dióxido de carbono, nitrógeno y vapor de agua; agua que origina nubes, lluvias y océanos; que se volverán salados al disolver el agua los minerales solubles. Con un Sol más frío que el actual, el planeta se mantuvo siempre ni muy caliente ni muy frío debido al efecto invernadero; eso significa que la concentración del dióxido de carbono atmosférico varió, sea porque la biosfera lo absorbe o porque se convierte en rocas calizas.
Comienza el eón segundo con un gran bombardeo, el último, por asteroides o cometas. Emerge el primer continente y, como consecuencia del reciclado de las rocas superficiales, se crea una gran cantidad de granitos. Aparecen las primeras bacterias, y después las bacterias productoras de oxígeno.
Durante el eón tercero se forma y rompe el primer supercontinente que abarca todas las superficies emergidas. El planeta pasa por una glaciación. Después de oxidar todo lo oxidable, el oxígeno se acumula en la atmósfera. Aparece la primera fauna. Al final del eón unas oscilaciones brutales del clima, que congelaron casi todos los océanos para después pasar a unas temperaturas tropicales, casi acaban con la vida.
El eón cuarto resulta muy entretenido: tanto por sus orogenias: se elevan los Apalaches y Urales, después el Himalaya, Rocosas, Andes, Pirineos y Alpes; como por el baile de los continentes: Groenlandia se separa de Norteamérica, que se une a Suramérica, la India se une con Asia después de separarse de Australia y la Antártida; o la apertura de mares y océanos: se abre el Atlántico e Índico y se forman los mares Rojo y Mediterráneo; o el clima: dos glaciaciones; o el aumento de doscientos metros del nivel del mar; o la formación del casquete antártico. Mientras tanto, aunque con pérdidas momentáneas, aumenta la biodiversidad: se diversifica la flora y fauna, que invaden los continentes. Aparecen los árboles, flores, insectos, anfibios, reptiles, mamíferos, aves y nosotros, en el último suspiro.