La primera expedición europea que descendió por el Amazonas la encabezó Francisco de Orellana en 1542; su cronista, Gaspar de Carvajal, informó que la región estaba densamente habitada. Cristóbal de Acuña, cronista de una nueva expedición en 1639, capitaneada por Pedro Texeira, confirmó las observaciones: “gran Río de las Amazonas… ni por la multitud de gente que mantenían sus orillas, ni por la fertilidad de sus tierras”. Sin embargo, expediciones posteriores no hallaron rastro de civilización y tales relatos se consideraron fantasía. Era imposible la existencia de una civilización en la Amazonia con el argumento que el estéril suelo amazónico no soporta cultivos agrícolas duraderos. Erraron los historiadores. Los indígenas de la Amazonia, antes de la llegada de los europeos, creaban un suelo muy productivo conocido como terra preta (tierra negra amazónica), que -hoy sabemos- contenía carbón vegetal; muy diferente a los estériles suelos rojizos o amarillentos que predominan en la Amazonia. Lo producían quemando sus desechos agrícolas en fosas o trincheras, que cubrían a continuación con tierra, para que continuase la quema en ausencia de aire.
Biochar, biocarbón en español, es el nombre del carbón vegetal cuando se usa como enmienda para el suelo; se trata de un residuo vegetal rico en carbono, de grano fino, estable y que puede perdurar en el suelo durante milenios. Investigaciones recientes han demostrado que el biochar aumenta la fertilidad del suelo, la productividad agrícola y protege las plantas contra enfermedades. Beneficios que se deben a su naturaleza extremadamente porosa; porque tal estructura es muy efectiva para retener tanto el agua como los nutrientes hidrosolubles, lo que redunda en plantas más saludables, menos pérdida (dígase en términos técnicos lixiviación) de fertilizantes, incluso proporciona un hábitat para microorganismos benéficos. El biochar proporciona otro beneficio más: si la biomasa vegetal se reincorpora al suelo, en vez de quemarse como combustible, se secuestra carbono y se reducen las emisiones de dióxido de carbono a la atmósfera; por tanto, se incorpora a la industria un proceso de carbono negativo.
¿Cómo se produce el biochar? Mediante pirólisis a baja temperatura, proceso químico que consiste en la descomposición de la biomasa vegetal por medio del calor y con poco oxígeno para evitar su combustión; como resultado se obtienen gases, biocombustibles líquidos y entre el veinte y el cincuenta por ciento de biochar, dependiendo de la lentitud de la pirólisis.
En resumen, hoy podemos calificar a los indígenas amazónicos como pioneros en la producción de biochar.