¿La
lógica impide la cooperación? El dilema del preso, que resumiré en forma
metafórica, suscita esta disyuntiva. Supongamos que acordamos, con un vendedor
de viandas, el precio, fecha y hora de la entrega del producto, que dejará en un
lugar distinto de donde colocaremos el dinero. Tanto nosotros como el vendedor
no nos volveremos a ver. Ambos tenemos el mismo miedo: que el otro incumpla su
parte del trato. Si ambos cumplimos lo convenido, quedaremos satisfechos; pero
resulta obvio que sería más satisfactorio obtener algo a cambio de nada. Así
razono yo: si el otro deja el producto haré mejor negocio si no pago, y si el
otro no lo deja evito ser estafado; en conclusión, incumpliré el acuerdo. El
vendedor tendrá los mismos pensamientos. Ambos, con lógica implacable acabamos
con las manos vacías; resulta lamentable, porque si hubiésemos cooperado los
dos habríamos conseguido lo que pretendíamos.
Retoquemos
ligeramente el problema: el proveedor y nosotros deseamos disponer de un intercambio
mensual durante toda la vida. ¿Qué debemos hacer en el primer trueque? ¿Qué, si
el vendedor defrauda alguna vez? Este nuevo problema, el dilema del preso
iterado, más difícil que el anterior, se puede estudiar de forma cuantitativa
mediante la teoría de juegos. Se puede demostrar que no hay estrategia óptima
para ganar en todas las circunstancias a todas las estrategias. Robert Axelrod
y William Hamilton se propusieron comprobar si podía surgir cooperación entre
egoístas redomados. Para ello, idearon un torneo en el que se enfrentaban
estrategias diferentes (codificadas como programas de ordenador), en un juego
de todos contra todos, siendo el objetivo conseguir un máximo de puntos.
Participaron quince programas ideados por expertos en teoría matemática de
juegos que habían trabajado con el dilema del preso. El vencedor, tit for tat,
fue el más breve; su táctica era insultantemente sencilla: cooperar en la
primera jugada y hacer siempre lo mismo que el otro jugador en la jugada
anterior. Axelrod volvió a repetir el torneo: participaron sesenta y dos
programas cuyos autores eran de todo el mundo. Volvió a ganar tit for tat;
quien no vence a ningún rival en una lid individual; sin embargo, ganó el
torneo porque induce a los demás a cooperar para obtener buenos resultados
ambos. ¿Conclusión? ”Cumplid, perdonad tras una refriega, pero tomad
represalias ante el juego sucio”. ¡Éxito evolutivo asegurado!