Hay humanos emprendedores que merecen
el elogio científico porque, aunque no se dediquen a la ciencia, logran, con su
trabajo pionero, que la sociedad utilice los más avanzados conocimientos.
¿Valdrían los antibióticos si nadie los fabricase? ¿Importarían los
descubrimientos de Faraday si alguien no diseñase máquinas basadas en ellos?
La
humanidad se enfrenta a tres desafíos que van a condicionar su futuro. El
cambio climático es el primero, cambio provocado por los combustibles fósiles
que usamos como principal fuente de energía; en consecuencia, resulta
imprescindible el uso de otras fuentes energéticas. El segundo desafío atañe a
las nuevas fronteras de la civilización, que antes marcaba la geografía y ahora
la astronomía; el autor, inspirado en Isaac Asimov, Arthur Clarke o Carl Sagan,
cree que los humanos debemos continuar el camino iniciado por Ibn-Batuta, Marco
Polo, el almirante Zheng He, Cristobal Colón, Fernando de Magallanes, James
Cook, David Livingstone, Roald Amundsen y Neil Armstrong: debemos lograr que la
gente pueda vivir en otros planetas del sistema solar y hacia ese objetivo han de
volcarse las energías de los humanos más osados. El tercer desafío tiene que
ver con un peligro que, agazapado, nos acecha: las máquinas inteligentes bélicas
autónomas.
Elon
Musk ha hecho aportaciones fundamentales en los tres apartados: ha fundado y vuelto
rentable una compañía –Tesla- que construye y vende vehículos eléctricos,
habiendo diseñado, para ello, baterías de altísima capacidad, concretamente, ya
dispone de unas que almacenan ciento dos kilovatios-hora. Ha fundado otra
compañía –SpaceX- que fabrica y lanza naves espaciales; y, además, trabaja en
el diseño y construcción de cohetes reutilizables baratos. Ya ha fabricado una
nave espacial –Dragon- que ha entregado carga en la Estación Espacial
Internacional y ha regresado a la Tierra; cabe aclarar que la están refinando
para hacer el mismo trabajo con tripulación a bordo. En lo que respecta al
tercer punto, ha suscrito, con otros expertos en robótica e inteligencia
artificial, un manifiesto con el que pretenden alertar a los gobiernos de los
peligros que conlleva la inteligencia artificial aplicada a la guerra:
solicitan a las Naciones Unidas que se prohíba la creación de robots soldado. Las
razones son poderosas: los conflictos bélicos con armas autónomas se desarrollarán
a una escala mayor que nunca y en unos tiempos inimaginablemente cortos, por si
fuera poco, las armas autónomas pueden ser reprogramadas para utilizarlas de
forma indeseada. Una vez abierta esa caja de Pandora, será difícil cerrarla.