La
mariposa volaba entre los autos.
María José
me dijo: ha de ser Chuang Tzu,
de paso
por Nueva York.
Pero la
mariposa
no sabía
si era una mariposa
que soñaba
con ser Chuang Tsu
o Chuang
Tzu
que soñaba
ser mariposa.
La
mariposa no dudaba:
volaba.
¿La meditación tiene efectos sobre
la salud? No, el lector escéptico mostrará la misma ausencia de duda que la mariposa del erudito poema de Octavio Paz, y sin embargo...
Durante cerca de quince años un
centenar de practicantes de meditación han participado en experimentos
científicos. La comparación de la imágenes cerebrales de los meditadores
expertos con las de los no meditadores ha proporcionado pruebas de que estas
prácticas de entrenamiento mental proporcionan beneficios cognitivos y
emocionales.
Los investigadores de varias
universidades exploraron los posibles cambios estructurales en el cerebro
causados por la meditación. Se han examinado tres fases de la meditación: una
primera fase calificada de atención focalizada; una segunda, en la que el
meditador trata de mantener un equilibrio emocional, la llaman de conciencia
plena; y una última fase cuyo objetivo es mostrar benevolencia y compasión. Mediante
una técnica de resonancia magnética los científicos hallaron que veinte
practicantes expertos en meditación budista presentaban mayor volumen de tejido
cerebral en la corteza y en la ínsula al compararlos con un grupo de control.
Cabe señalar que estas regiones cerebrales intervienen en el procesamiento de
la atención, la información sensorial y las sensaciones corporales. Otro
estudio demostró que la meditación disminuye la actividad de los genes
relacionados con la inflamación; un tercer estudio mostró que la meditación
activa la actividad de la telomerasa, enzima cuya inhibición provoca la muerte
celular. Se necesitan más pruebas, no cabe duda, para demostrar lo que estos
primeros estudios sugieren: que la meditación provoca impactos en procesos
biológicos que redundan en la salud física.
El descubrimiento de los beneficios
de la meditación coincide con los hallazgos recientes de la neurociencia que
demuestran que incluso el cerebro adulto puede transformarse mediante la
experiencia. El cerebro del músico o del malabarista cambia: no hay más que
fijarse en la región que controla el movimiento del artista: se agranda
conforme domina el instrumento o la técnica. Cuando meditamos parece ocurrir
algo parecido: mejora el funcionamiento y estructura física del cerebro del
meditador. Parece que la meditación reorganiza las conexiones de los circuitos
neuronales para producir efectos saludables no sólo en el cerebro, sino en el
organismo entero.
No hay comentarios:
Publicar un comentario