sábado, 31 de marzo de 2018

Extinción biológica contemporánea


Sucede ahora, la estamos viviendo. Las actividades humanas están ocasionando la mayor extinción en la Tierra desde que desaparecieron los dinosaurios. Lea el escéptico lector el libro de Elizabeth Kolbert, “La sexta extinción” (2015), galardonado con el Premio Pulitzer, y allí encontrará abundantes datos científicos para aclarar sus dudas. Por si no lo hace, comentaré alguna de las pruebas.
Antes, identificaré a dos víctimas: el dodó, ave no voladora, se extinguió a finales del siglo XVII, un siglo después de la llegada de los europeos a las islas Mauricio. Cerca de cien mil pangolines, el mamífero que más se comercializa de forma ilegal en el mundo, son capturados cada año y enviados a China y Vietnam: porque allí los consideran un exquisito manjar y porque los supersticiosos atribuyen a sus escamas propiedades medicinales mágicas. Resultado: las ocho especies de pangolines están al borde de la extinción.
Un equipo de científicos, encabezado por William J. Ripple, publicó el informe “Saving the World's Megafauna” en la revista Bioscience (2016). Sus datos apabullan. El cincuenta y nueve por ciento de los carnívoros terrestres más grandes (veintisiete especies pasan de quince kilos) y el sesenta por ciento de los herbívoros más voluminosos del planeta (setenta y cuatro especies sobrepasan cien kilos) están amenazados de extinción; incluso animales tan emblemáticos como los gorilas, rinocerontes y grandes felinos se hallan en peligro.
Jonathan L. Payne y otros colegas publicaron otro artículo en la revista Science (2016) en el que analizan únicamente los vertebrados y moluscos marinos. Concluyen: sin un cambio contundente en su gestión, los océanos soportarán una extinción de suficiente intensidad –sólo de moluscos y vertebrados se extinguirán entre veinte y cuarenta por ciento de los géneros- como para clasificarse entre las seis mayores de los últimos quinientos cuarenta millones de años.
Por último, recordaré que, en el año 2016, cuatro de cada diez especies de anfibios, una de cada cuatro especies de mamíferos y una de cada ocho especies de aves están en la Lista Roja de la Unión para la Conservación de la Naturaleza (IUCN), que contiene a los animales que corren peligro de extinción.
"Hace cientos de años, mi especie era tan abundante que nuestras voces resonaban por todas partes. Hoy casi hemos desaparecido. Dentro de poco, la selva estará tan silenciosa como el resto del universo". Esperemos que la sentencia que Ted Chiang escribió en “El gran silencio” no refleje el futuro de la biosfera terrestre.

sábado, 24 de marzo de 2018

Magmas


El lector profano seguramente asociará el magma con la lava de los volcanes. Yerra en su apreciación. Más de quince kilómetros cúbicos de roca se fundan cada año en la Tierra. A esta enorme masa de magma, las erupciones volcánicas que vemos sólo aportan una décima parte: el resto vuelve a convertirse en roca en el interior de la corteza o en las profundidades oceánicas. El resultado del proceso es que el planeta se enfría, libera calor y al hacerlo produce nuevas porciones de corteza terrestre ligera, que se añaden a las antiguas para generar los continentes - la espuma de la Tierra, tal como se han nombrado-.
¿Dónde se producen los magmas? Recordemos que la superficie terrestre está dividida en placas. La mayor parte, el ochenta y uno por ciento, se producen en los bordes constructivos de las placas, en las dorsales; el doce coma cuatro, en los bordes destructivos, en las zonas de subducción; y el seis coma seis debajo del interior de las placas. Las erupciones volcánicas, aún las más gigantescas, no son más que indicios de un proceso más vasto que se desarrolla continuamente desde el origen de nuestro planeta.
Antes de preguntarnos cómo se funden las rocas consideremos que el interior de la Tierra está caliente; el núcleo interno sobrepasa los seis mil setecientos grados centígrados; si, a pesar de la elevada temperatura, las rocas permanecen en estado sólido se debe a la tremenda presión a la que están sometidas. ¿De qué maneras, entonces, se funden las rocas? Calentándolas, si están frías, o mediante descompresión, si ya están calientes; resulta menos complicado, pero igual de eficaz recurrir a la adición de agua. La intensa producción de magmas en las dorsales, Islandia constituye el caso más evidente, se explica aludiendo a la descompresión del material sólido que asciende del manto. En las zonas de subducción, en cambio, como en los Andes o el Japón, la formación de magmas se debe al calentamiento, ocasionado por el calor que genera la fricción de los materiales que se introducen en el interior terrestre, al que se suma el agua presente en la zona. En el interior de las placas el proceso de formación de magmas es más sencillo: un punto caliente bajo una placa produce muchas islas volcánicas; la descompresión, consecuencia de una fractura importante, en una falla, explica la aparición de un volcán, éste podría ser el origen de las islas Canarias. 

sábado, 17 de marzo de 2018

Cambios cerebrales ocasionados por la meditación


La mariposa volaba entre los autos.
María José me dijo: ha de ser Chuang Tzu,
de paso por Nueva York.
Pero la mariposa
no sabía si era una mariposa
que soñaba con ser Chuang Tsu
o Chuang Tzu
que soñaba ser mariposa.
La mariposa no dudaba:
volaba.
¿La meditación tiene efectos sobre la salud? No, el lector escéptico mostrará la misma ausencia de duda que la mariposa del erudito poema de Octavio Paz, y sin embargo...
Durante cerca de quince años un centenar de practicantes de meditación han participado en experimentos científicos. La comparación de la imágenes cerebrales de los meditadores expertos con las de los no meditadores ha proporcionado pruebas de que estas prácticas de entrenamiento mental proporcionan beneficios cognitivos y emocionales.
Los investigadores de varias universidades exploraron los posibles cambios estructurales en el cerebro causados por la meditación. Se han examinado tres fases de la meditación: una primera fase calificada de atención focalizada; una segunda, en la que el meditador trata de mantener un equilibrio emocional, la llaman de conciencia plena; y una última fase cuyo objetivo es mostrar benevolencia y compasión. Mediante una técnica de resonancia magnética los científicos hallaron que veinte practicantes expertos en meditación budista presentaban mayor volumen de tejido cerebral en la corteza y en la ínsula al compararlos con un grupo de control. Cabe señalar que estas regiones cerebrales intervienen en el procesamiento de la atención, la información sensorial y las sensaciones corporales. Otro estudio demostró que la meditación disminuye la actividad de los genes relacionados con la inflamación; un tercer estudio mostró que la meditación activa la actividad de la telomerasa, enzima cuya inhibición provoca la muerte celular. Se necesitan más pruebas, no cabe duda, para demostrar lo que estos primeros estudios sugieren: que la meditación provoca impactos en procesos biológicos que redundan en la salud física.
El descubrimiento de los beneficios de la meditación coincide con los hallazgos recientes de la neurociencia que demuestran que incluso el cerebro adulto puede transformarse mediante la experiencia. El cerebro del músico o del malabarista cambia: no hay más que fijarse en la región que controla el movimiento del artista: se agranda conforme domina el instrumento o la técnica. Cuando meditamos parece ocurrir algo parecido: mejora el funcionamiento y estructura física del cerebro del meditador. Parece que la meditación reorganiza las conexiones de los circuitos neuronales para producir efectos saludables no sólo en el cerebro, sino en el organismo entero. 

sábado, 10 de marzo de 2018

Evolución de los minerales


Al principio del universo no había minerales: la elevada temperatura del Big Bang impedía la formación de sólidos. La gravedad tardó millones de años en reunir los gases en nebulosas y formar las primeras estrellas. Cuando las estrellas gigantes se convirtieron en supernovas formaron los elementos que luego se esparcieron por el espacio, se enfriaron y formaron los primeros minerales: microscópicos cristales de diamante y grafito, a los que pronto se añadieron unos pocos más.
En los cuatro mil seiscientos millones de años siguientes a la formación del sistema solar, el número de minerales ha pasado de una docena, que contenía la nebulosa presolar, hasta más de cuatro mil cuatrocientos actuales. Robert Hazen explica tal diversificación: los minerales, igual que los seres vivos, evolucionan; el planeta ha atravesado, a lo largo de su historia, una serie de estadios caracterizados por diversos procesos de formación mineralógica. La formación de la Tierra constituye el primer estadio: más de doscientos minerales, entre los que se halla el olivino y el circón, se desarrollaron en los planetesimales. Hace cuatro mil cuatrocientos millones de años, en el segundo estadio, la superficie del planeta estaba constituida por basalto negro -la Tierra negra-; la fusión parcial de esta roca y las reacciones químicas formaron mil quinientas especies minerales, como la lepidolita, el berilo y la turmalina. En la tercera fase, hace dos mil millones de años, los organismos fotosintéticos liberaron oxígeno; la gran oxidación -la Tierra roja- originó dos mil quinientas especies de minerales nuevos, como la rodonita y la turquesa. En el cuarto estadio -la Tierra blanca-, hace setecientos millones de años, un cambio climático cubrió la superficie del planeta con un único mineral: el hielo; el dióxido de carbono procedente de los volcanes desencadenó un calentamiento global; el planeta osciló entre glaciaciones y cálidos períodos interglaciales durante millones de años; durante estos últimos, la meteorización de las rocas aportó enormes cantidades de minerales arcillosos, como la caolinita. Y llegamos al último estadio -la Tierra verde-, hace cuatrocientos millones de años; animales y plantas pluricelulares colonizaron el planeta; hongos y plantas multiplicaron la meteorización de las rocas y la producción de arcillas: se originaron minerales como el aragonito y la calcita, hallada en todas partes, esqueleto humano incluido.
Los átomos de hidrógeno forman estrellas, las estrellas forman elementos, los elementos forman planetas y éstos forman minerales, que catalizan la síntesis de biomoléculas, que originarán la vida. En resumen, un maravilloso universo que se vuelve más complejo.

sábado, 3 de marzo de 2018

Color de los ojos


Reconozco que no todos los momentos son buenos para disfrutar de la lectura de un poema; sin embargo, aunque sea de una manera forzada por el calendario, en el día mundial de la poesía, debe leerse alguno. Así lo hice, tomé un par de antologías poéticas, las ojeé y me detuve en tres. Volví a disfrutar del maravilloso último terceto del soneto de Quevedo sobre el polvo enamorado. Traté de entender a Pessoa cuando identificaba al poeta con un fingidor; y me emocionó el madrigal que así comienza:
Ojos claros, serenos,
Si de un dulce mirar sois alabados,
¿Por qué si me miráis, miráis airados?
Concluido el tiempo dedicado a la emotividad, de nuevo tomaron el control del cerebro los circuitos neuronales dedicados a la razón para inquirir sobre la causa del color de los ojos. En el mundo existe una relativa uniformidad: el color ocular común es el castaño; Europa constituye la excepción a la norma, pues en nuestro continente se generó una diversidad de colores: desde el ámbar y avellana, al verde, azul y gris. ¿De qué depende esa característica personal que tanto nos llama la atención? El color está determinado por la cantidad y la distribución del pigmento melanina en el iris del ojo; hay dos tipos de melanina, la eumelanina, la forma más común que contienen todos los ojos, es un polímero negro-marrón hecho con el aminoácido tirosina, y la feomelanina, de aspecto pardo-amarillento-rojizo; además del mencionado, otro pigmento, el lipocromo, interviene en el fenómeno; cierto, aún queda mucho por averiguar, pero los fisiólogos ya saben que el color castaño-marrón se debe a la abundancia de melanina, cuya cantidad disminuye y se vuelve moderada en el color verde -que tiene el dos por ciento de los europeos-, y es escasa en el color azul, que presenta el ocho por ciento de los europeos.
Como en el pelo y en la piel se encuentra el mismo pigmento –la melanina- que en los ojos, los biólogos pensaron, en el pasado, que el color ocular era un efecto de la selección natural que se asociaba a la piel clara, para asegurar la suficiente vitamina D en las regiones alejadas del ecuador; hoy sabemos que el color de ojos es un rasgo genético complejo en el que intervienen varios genes, genes que no condicionan la pigmentación de la piel. ¡Qué le vamos a hacer!