Sucede
ahora, la estamos viviendo. Las actividades humanas están ocasionando la mayor
extinción en la Tierra desde que desaparecieron los dinosaurios. Lea el
escéptico lector el libro de Elizabeth Kolbert, “La sexta extinción” (2015),
galardonado con el Premio Pulitzer, y allí encontrará abundantes datos científicos
para aclarar sus dudas. Por si no lo hace, comentaré alguna de las pruebas.
Antes,
identificaré a dos víctimas: el dodó, ave no voladora, se extinguió a finales
del siglo XVII, un siglo después de la llegada de los europeos a las islas
Mauricio. Cerca de cien mil pangolines, el mamífero que más se comercializa de
forma ilegal en el mundo, son capturados cada año y enviados a China y Vietnam:
porque allí los consideran un exquisito manjar y porque los supersticiosos atribuyen
a sus escamas propiedades medicinales mágicas. Resultado: las ocho especies de
pangolines están al borde de la extinción.
Un
equipo de científicos, encabezado por William J. Ripple, publicó el informe “Saving
the World's Megafauna” en la revista Bioscience (2016). Sus datos apabullan. El
cincuenta y nueve por ciento de los carnívoros terrestres más grandes (veintisiete
especies pasan de quince kilos) y el sesenta por ciento de los herbívoros más voluminosos
del planeta (setenta y cuatro especies sobrepasan cien kilos) están amenazados
de extinción; incluso animales tan emblemáticos como los gorilas, rinocerontes
y grandes felinos se hallan en peligro.
Jonathan
L. Payne y otros colegas publicaron otro artículo en la revista Science (2016) en
el que analizan únicamente los vertebrados y moluscos marinos. Concluyen: sin
un cambio contundente en su gestión, los océanos soportarán una extinción de
suficiente intensidad –sólo de moluscos y vertebrados se extinguirán entre
veinte y cuarenta por ciento de los géneros- como para clasificarse entre las seis
mayores de los últimos quinientos cuarenta millones de años.
Por
último, recordaré que, en el año 2016, cuatro de cada diez especies de
anfibios, una de cada cuatro especies de mamíferos y una de cada ocho especies
de aves están en la Lista Roja de la Unión para la Conservación de la
Naturaleza (IUCN), que contiene a los animales que corren peligro de extinción.
"Hace
cientos de años, mi especie era tan abundante que nuestras voces resonaban por
todas partes. Hoy casi hemos desaparecido. Dentro de poco, la selva estará tan
silenciosa como el resto del universo". Esperemos que la sentencia que Ted
Chiang escribió en “El gran silencio” no refleje el futuro de la biosfera terrestre.