Sabemos
que los objetos están hechos de átomos; también que a algunos átomos les gusta
unirse entre sí para formar grupos con entidad propia llamados moléculas. Ahora
bien, muy pocos sólidos de uso cotidiano, si exceptuamos el hielo y las
sustancias orgánicas, están hechos de moléculas. Casi todos los metales, las
sales y las rocas están hechos de agrupaciones de cuatrillones y cinquillones
de átomos que se unen formando una estructura tridimensional ordenada; ordenada
sólo de tres maneras diferentes: como el diamante, como el hierro o como la sal
común. El cuarzo y los minerales que constituyen la mayor parte de las rocas de
la corteza terrestre imitan la primera manera; los metales y aleaciones, la
segunda; las sales, como las calizas que forman los Picos de Europa, el yeso o
los fosfatos, la tercera.
Sorprenderá
a alguno comprobar que el diamante está hecho exclusivamente con átomos de
carbono, idénticos a los del carbón; átomos que se enlazan entre sí mediante un
pegamento, que así se comportan sus electrones externos; ahora bien, los átomos
no se pegan al azar; sus uniones se dirigen hacia cuatro puntos del espacio
equidistantes. La estructura tridimensional, con forma de tetraedro, es
extraordinariamente rígida y resistente, tanto que el diamante es una de las
sustancias más duras que se conocen. Lo visualizamos como un conjunto de bolas
unidas mediante rígidas clavijas fijadas con pegamento resistente.
Los
átomos de hierro tienden a situarse lo más cerca posible unos de otros; la geometría
nos indica que cada uno se rodea de doce. Los visualizamos como un conjunto de
bolas de billar amontonadas de la manera más compacta posible, y mantenidas en
sus posiciones con un pegamento –los electrones exteriores- que no esté seco
del todo. Como una capa de bolas puede deslizarse sobre la otra y las uniones
no están dirigidas, cabe pronosticar que podrán estirarse en hilos o aplanarse
en láminas, y así sucede: los metales son dúctiles y maleables.
El
tercer modelo de sólidos –la sal común- sólo es posible si hay al menos dos
tipos de átomos, uno capaz de dar electrones y otro capaz de recibirlos; se
forma así una estructura tridimensional de átomos cargados –llamados iones-
positivos y negativos alternos que se mantiene unida mediante atracción eléctrica.
La visualizamos como un conjunto de bolas de billar grandes y pequeñas
alternas, y pegadas con cola; conjunto que fácilmente se fractura y desmenuza.
¡Maravilloso
orden en la multiforme naturaleza!
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