El
amor de los científicos a sus teorías más caras linda, a veces, con la
desmesura, tanto, que les lleva a mostrar unas conductas ciertamente
temerarias. Comentaré las actividades de dos
talentosos investigadores peruanos inmerecidamente desconocidos.
La
comunidad científica del siglo XIX se preguntaba si la causa de la enfermedad conocida como verruga o bartonelosis era una intoxicación por el agua
o un agente infeccioso. Daniel Carrión estaba convencido de que una bacteria, inoculada
por un mosquito, provocaba el mal. No se le ocurrió otra manera de demostrar su
hipótesis que contagiarse con la sangre de un paciente: murió de
la infección en el año 1885. La demostración fue concluyente.
A
finales del siglo XIX, un grave accidente se produjo en un laboratorio de
París: había explotado acetona. El responsable, Pedro Paulet, además de
detenido por los gendarmes, acabó con un tímpano perforado, lesión que más
adelante le producirá sordera. Fue tal la alarma del director del instituto
parisino, que prohibió radicalmente el manejo de explosivos en sus
laboratorios. ¿A qué se dedicaba el intrépido investigador causante del
desafuero? En 1897, Paulet había diseñado un motor que no se parecía a ninguno
de los vigentes, se trataba de una concepción revolucionaria porque utilizaba
la fuerza que producen las explosiones. ¡Ni más, ni menos! Había construido un
pequeño motor de dos y medio kilos de peso, que alcanzaba una fuerza de un
centenar de kilos. Almacenaba, en tanques separados, el carburante y el
oxidante, que mezclaba en una cámara de combustión; la combustión, una
explosión controlada, generaba los gases que, al ser expulsados al exterior, producen
una reacción –una retropropulsión- que eleva al vehículo. El científico peruano
advirtió la importancia de su descubrimiento: aseguró que el cohete era el
motor ideal para los vehículos aéreos, aunque había que modificar totalmente la
estructura y la forma de los aviones. Para él, la hélice debía desaparecer por
innecesaria: no sirve donde falta el aire; y también había que suprimir los
demás elementos planeadores, para ser reemplazados por una nueva forma, que se
adecuase a su función astronáutica. Wernher von Braun, ex-director de la NASA y
director del primer vuelo tripulado a la Luna, reconoció, en “Historia Mundial
de la Astronáutica", que “Paulet debe ser considerado como el pionero del
motor a propulsión con combustible líquido”. Nadie mejor para certificar la
valía del talentoso y audaz investigador peruano.
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