sábado, 9 de septiembre de 2017

Los azúcares, receta de un helado


Tómese plátano, azúcar, yogur y zumo de limón en las cantidades prescritas; bátase la mezcla en una heladera y deguste el delicioso manjar helado. No, los protagonistas de este relato no son los placeres de los sentidos, sino el trío de azúcares glucosa, fructosa y sacarosa que tienen la mayoría de las frutas, concretamente el trío mencionado aporta entre el cincuenta y el noventa por ciento del total de carbohidratos en diez frutas seleccionadas para la alimentación. En cuatro de ellas, la piña, el melocotón, el albaricoque y la naranja más de la mitad de sus azúcares son sacarosa; entre los seis restantes la manzana y pera tienen el doble de fructosa que glucosa, en la ciruela hay un treinta por ciento más de la segunda que de la primera, el plátano tiene aproximadamente tanto una como la otra, igual que el higo y la uva sólo que éstas dos apenas contienen sacarosa (menos del uno por ciento).
La sacarosa –formada por la unión de la glucosa y la fructosa- es la forma principal de transporte de azúcar desde las hojas a los otros órganos vegetales; probablemente porque siendo una molécula más estable que sus componentes aislados puede llegar a su destino final sin deterioro. Los animales no podemos absorber la molécula de sacarosa como tal, pero podemos romperla en sus constituyentes mediante unas tijeras moleculares (llamadas sacarasa) que se hallan en las células intestinales. La glucosa y la fructosa son absorbidos por las células que recubren las paredes de nuestro intestino delgado y de ahí llegan al hígado transportadas por la sangre; la primera, absorbida instantáneamente por las células, es el combustible principal que emplean para obtener energía; la segunda, en cambio, el hígado la almacena.

La sacarosa, el azúcar por  antonomasia, -más dulce que la glucosa y menos que la fructosa- ni fue abundante ni barata en la antigüedad, en casi todo el mundo se utilizaba la miel para endulzar; miel que contiene un sesenta y nueve por ciento de glucosa y fructosa, pero sólo un uno por ciento de sacarosa. Concretamente, en Europa no se conoció hasta que los cruzados la trajeron del oriente medio en el siglo XII, y fue un artículo de lujo hasta el siglo XVIII. Ignoro si los europeos contemporáneos somos más dulces que nuestros antepasados, pero sí sé que somos, después de los indios, los mayores consumidores de azúcar del mundo. 

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