sábado, 29 de abril de 2017

Lo veo y no lo creo: experimento sobre el conformismo


Cuando calificamos a alguien de inconformista nos referimos a que su conducta se desvía de las normas de un grupo, del nuestro en particular; sin embargo, pocas personas son inconformistas totales; la conducta tachada de inconformista por un grupo puede ser conformista para otro. No sólo ante el grupo manifestamos conformidad (implica ceder a la presión del grupo), muchos humanos tendemos a ser influidos por otros, aun en situaciones sociales transitorias que no tienen graves consecuencias para nosotros.
En 1951, Solomon Asch efectuó un experimento con el que intentó observar cómo un grupo influye en la conducta de un individuo y cuantificar el grado en que las personas adoptan juicios falsos para permanecer dentro del grupo. La tarea consistía en juzgar cuál de las tres líneas presentadas en una tarjeta tenía igual longitud que una línea patrón dibujada en otra tarjeta. La elección parece fácil y lo es. Pero ¿qué contestaríamos si el resto de los participantes del experimento eligiera otra opción? Participaron en el experimento grupos de siete estudiantes, entre los cuales sólo un individuo actuaba conforme a su propio criterio; el resto de los participantes eran cómplices del investigador. Al principio, los cómplices contestaban correctamente, pero después lo hacían de forma errónea. Esto causaba una profunda intranquilidad entre los sujetos estudiados, malestar que les inducía a escoger la opción incorrecta la tercera parte de las veces, aunque sólo cuando los cómplices estaban presentes.
Cuando el investigador demostraba a los individuos que su elección era incorrecta y les preguntaba el motivo del equívoco, la mayoría atribuían el resultado a su mala vista o a un error en la valoración de las longitudes de las líneas, pero nunca al hecho de que los demás hubiesen ejercido alguna presión. Es decir, no sólo cedemos a la presión del grupo hasta niveles extremos, sino que además nos negamos a reconocerlo.
¿Recuerda el turbado lector el comportamiento de las masas en la Alemania nazi, en la Rusia comunista o en España durante la guerra civil? ¿Reconoce la miserable condición humana? Estas amargas reflexiones me recuerdan unas bellas palabras de Rubén Darío:
Dichoso el árbol, que es apenas sensitivo,
y más la piedra dura porque ésa ya no siente,
pues no hay dolor más grande que el dolor de ser vivo
ni mayor pesadumbre que la vida consciente.

sábado, 22 de abril de 2017

Liofilización


Cuatro magníficos libros “El imperio”, “Koba el Temible”, “El arca de Schindler” y “El pianista del gueto de Varsovia” escritos respectivamente por Ryszard Kapuscisnski, Martin Amis, Thomas Keneally y Wladyslaw Szpilman me han ayudado a comprender los regímenes creados por los dos déspotas más sanguinarios de la historia. ¿Cómo acabaron la vida Hitler y Stalin, sanguinarios tiranos que asesinaron a millones de sus semejantes? El canciller alemán fue derrotado y se suicidó, pero el presidente ruso está embalsamado, que es una manera de rendir culto a los muertos, como hacían los antiguos egipcios y los incas. Los cadáveres pueden preservarse de la putrefacción haciendo momias con ellos -de Stalin, de Mao o de los faraones es lo de menos-; otra manera, si cabe más interesante, de conservar el cuerpo intacto para la posteridad se aprecia en el Niño inca del cerro El Plomo (Chile). En el primer caso, los embalsamadores emplean sustancias químicas, en el segundo los técnicos, o la naturaleza espontáneamente, usan la liofilización. ¿En qué consiste este último proceso?
En la liofilización se congela un producto biológico –o un organismo entero- y una vez congelado, se introduce en una cámara de vacío (a muy baja presión) para que se evapore el agua por sublimación (paso directo del estado sólido al gaseoso). La técnica tiene múltiples ventajas: conserva los productos alimenticios porque detiene el crecimiento de los microorganismos (hongos, mohos y bacterias) e inhibe las reacciones químicas de deterioro; además, facilita el transporte y el almacenamiento, porque el peso del producto disminuye hasta en un noventa por ciento y no es necesario mantener una cadena de frío. Los alimentos liofilizados presentan otras virtudes: son fácilmente rehidratables, conservan el sabor, olor y los nutrientes originales y aumenta la duración del producto sin necesidad de agregar conservantes químicos.
El principal inconveniente es que se trata de una técnica relativamente cara, tanto en la inversión inicial, como en los costes de operación y por ello se usa poco en la industria alimenticia; únicamente en la producción alimentos de alto valor, como langostinos, alguna fruta tropical, el café soluble instantáneo o las raciones para militares, astronautas y montañeros, aunque ya se compran trocitos de carne y verduras liofilizados para producir salsas y sopas instantáneas. El coste no ha supuesto un menoscabo para su empleo en la industria relacionada con los productos biológicos: plasma sanguíneo, suero, soluciones de hormonas, fármacos, trasplantes quirúrgicos de arterias, piel o huesos, bacterias, virus y levaduras. 

sábado, 15 de abril de 2017

Paracetamol, autismo e hiperactividad


Lo he escrito otras veces. El escritor, entusiasta devoto de la ciencia, reconoce su estupor cuando, en una revista científica, lee el resultado de investigaciones como ésta. Lo firman Jordi Júlvez y Claudia Avella-García en International Journal of Epidemiology, año 2016: la exposición prenatal al paracetamol puede aumentar los síntomas relacionados con el autismo, la falta de atención y la hiperactividad en los niños. ¿Ha reconocido la sustancia? La escribo de nuevo, paracetamol, se trata del conocido analgésico que probablemente el entendido lector haya tomado muchas veces. Añadiré que, según los autores del artículo, el cuarenta y uno por ciento de los más de dos mil de los niños evaluados fueron expuestos al paracetamol en algún momento durante el embarazo de sus madres. ¡Nada menos!
Antes de continuar haré una precisión sobre el significado de trastornos del espectro autista. Se trata de una categoría dentro de los trastornos del desarrollo cerebral que aparecen en la infancia y engloban síntomas como déficit en la comunicación, dificultades para integrarse socialmente, una exagerada dependencia de las rutinas cotidianas y una alta intolerancia a cualquier cambio o a la frustración. En las últimas dos décadas los trastornos del espectro autista han aumentado en Europa; concretamente en 2007 afectan a once de cada mil niños europeos.
Retomo el tema, los doctores Júlvez y Avella-García han comparado a niños y niñas expuestos al paracetamol durante el embarazo con los no expuestos y han encontrado que el uso del fármaco por las madres puede aumentar los síntomas del espectro autista en niños varones y tiene una fuerte asociación con los síntomas relacionados con falta de atención e hiperactividad en ambos sexos. Además los científicos han cuantificado en un treinta por ciento el aumento del riesgo de perjuicio.
¿El mecanismo de actuación? El paracetamol podría ser perjudicial para el desarrollo neurológico por varias razones. Alivia el dolor al actuar sobre los receptores de cannabinoides en el cerebro; dado que los receptores intervienen en la maduración y en la conexión de las neuronas, el analgésico podría alterar estos procesos. La explicación de la causa por la que el efecto sólo opera en los varones podría ser que el cerebro masculino sea más vulnerable que el femenino a influencias dañinas durante las primeras etapas de la vida.
Me hago ahora la malévola pregunta siguiente ¿Quiénes son responsables del aumento de la hiperactividad en los infantes europeos?

sábado, 8 de abril de 2017

Cerámicas


¿Alguna vez comprenderemos las aventuras espirituales del hombre primitivo cuando descubrió su poder para cambiar el comportamiento de las sustancias? Han quedado huellas mitológicas de las relaciones de los metalarios y herreros con los minerales, en cambio, el recuerdo de la experiencia demiúrgica del alfarero primitivo, el primer humano capaz de modificar el estado de la materia, apenas ha dejado vestigio alguno.
La primera reacción química que usaron los humanos fue la combustión. El fuego no sólo proporcionó a nuestros antepasados defensa, luz, calor y les permitió mejorar su dieta con alimentos cocinados, también les sirvió para hacer otra reacción química inédita: deshidratar silicatos, dicho con otras palabras, cocer barro. Los alfareros del presente, y también del pasado, cuecen arcilla para fabricar vasijas, ladrillos, tejas, tubos, baldosas, lozas, porcelanas y azulejos, incluso la modelan, antes de calentada, para obtener figuras artísticas. Y no podemos olvidar que se trata de un recurso abundante pues los silicatos son el grupo de los minerales que constituyen las rocas y forman más del noventa y cinco por ciento de la corteza terrestre.
La arcilla es fácilmente moldeable cuando está húmeda; pero después de ser calentada y expulsar parte del agua que contenía, se convierte en una sustancia dura. El producto obtenido dependerá de la naturaleza de la arcilla empleada –el color rojizo se debe al óxido de hierro-, de la temperatura y de las técnicas de cocción. En particular, los jarrones, cazuelas, ladrillos y tejas se fabrican cuando la cocción se hace a temperaturas bajas: entre setecientos y mil grados centígrados, se evita la fusión del cuarzo de la arena y se impide que el material sufra vitrificación, en caso contrario, si la temperatura supera la cota anterior, se obtienen las porcelanas o el gres. La arcilla en particular y cualquier material cerámico en general es un material inorgánico, no metálico, buen aislante, que funde a temperatura elevada, que es poco elástico, presenta gran resistencia y es frágil ante la rotura; los químicos –como ya habrá deducido el sabio lector- pretenden aprovechar estas características para sustituir los metales por materiales cerámicos refractarios. ¿Los motivos? Se consiguen mayores temperaturas y mejora el rendimiento de los motores de automóviles y aviones. No, no estamos comentando posibles aplicaciones futuras pues ya se han usado materiales cerámicos para proteger la parte exterior del transbordador espacial Challenger. ¡Y bien que lo agradecieron los astronautas que iban dentro!

sábado, 1 de abril de 2017

Ciento nueve nobeles defienden los transgénicos

Alemania 1931. En plena época nazi se publica un libro con el título “Cien autores en contra de Einstein”. Así contestó el sabio alemán: “Si yo estuviese equivocado, uno solo habría sido suficiente”. Puesto que en cuestiones científicas sólo valen las pruebas, aquí van algunas para que el curioso lector forme su opinión sobre los organismos modificados genéticamente.
Hasta la fecha se han comercializado diez cultivos transgénicos en el mundo, aunque en el mercado sólo hay variedades de maíz, soja y algodón. La superficie plantada con semillas transgénicas cubre aproximadamente la décima parte de las tierras agrícolas del mundo; en España hay ciento siete mil hectáreas de maíz transgénico.
Los autores de un informe que resume todo lo sabido, publicado en 2016 por la Academia Nacional de Ciencias de EEUU, concluyen que no hay pruebas de que los alimentos elaborados con organismos modificados genéticamente afecten a la salud humana, conclusión compartida por la Organización Mundial de la Salud y la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura.
El informe reconoce que los genes de los transgénicos acaban invadiendo cultivos que no lo son; pero esto no ha provocado impacto negativo en el ambiente. También recoge que la dificultad de determinar cambios a largo plazo hace difícil llegar a conclusiones definitivas. Además, advierte que la resistencia de los transgénicos a los herbicidas que se usan en sus cultivos ocasiona que otras plantas e insectos desarrollen inmunidad a tales herbicidas, lo que causa un grave problema a la         agricultura.
Para que el cultivo se pueda rociar con un herbicida se han diseñado plantas modificadas genéticamente que son inmunes al glifosato (un herbicida menos tóxico que otros). Según el informe citado, la utilización masiva de glifosato ha provocado la aparición de malas hierbas resistentes al herbicida; además, recientemente la Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer (IARC) ha clasificado al glifosato como probablemente cancerígeno.
Los derechos de propiedad sobre los organismos modificados genéticamente no pertenecen a los agricultores; lo que significa que las patentes están monopolizadas.
Según el aludido informe la producción mundial de soja, algodón y maíz no ha mejorado desde la introducción de los transgénicos.
Una última precisión, la OMS aclara que "los alimentos modificados genéticamente deben ser evaluados caso por caso", porque "no es posible hacer afirmaciones generales sobre su seguridad".
Valores los argumentos, el sesudo lector, y establezca su opinión.