Tanto
los fenómenos meteorológicos como los movimientos de los planetas siguen las
mismas leyes físicas; sin embargo, aquéllos tienen aspectos impredecibles, mientras
que los eclipses se predicen. ¿Por qué? Hasta hace poco los científicos
pensaban que la predicción exacta se alcanzaría si se acumulaba información. Erraban.
Ahora sabemos que algunos sistemas deterministas simples presentan un comportamiento
aleatorio (al que los físicos llaman caos) y que la información no elimina el
azar. Sí, el caos es determinista y es generado por leyes matemáticas que no
contienen elementos de azar. En teoría el futuro está determinado por el
pasado, pero en la práctica las pequeñas incertidumbres iniciales se agrandan
de tal manera que si bien la evolución es predecible a muy corto plazo no lo es
a largo.
¿Cuál
es el origen del comportamiento caótico? La ciencia del siglo XX ha presenciado
el hundimiento del determinismo por dos razones. El principio de incertidumbre,
dogma esencial de la mecánica cuántica, afirma que hay una limitación
fundamental a la exactitud con la que se puede conocer la posición y la
velocidad de una partícula elemental. La fuente de impredecibilidad a gran escala aparece
en otro lado: algunos sistemas macroscópicos son predecibles y otros no -la
trayectoria de un globo que vuela impulsado por el aire que sale del mismo es
impredecible-; y la distinción se debe al crecimiento exponencial de las
imprecisiones iniciales, o sea a la dinámica caótica.
Un
péndulo constituye un ejemplo de sistema dinámico; una ecuación basada en las leyes
de Newton predice su evolución. Muchos sistemas dinámicos tienen soluciones
explícitas a las ecuaciones que los representan, pero no todos: los sistemas
dinámicos caóticos no. El espacio de estados (construcción geométrica abstracta
cuyas coordenadas pueden ser la posición y velocidad) proporciona una
herramienta para describir el comportamiento de los sistemas dinámicos; y un atractor
es una región de dicho espacio a la que tiende el comportamiento de un sistema.
El péndulo que termina por detenerse se representa por un punto; tal punto
constituye un atractor. En el movimiento de un gas (la
atmósfera) Edward Lorenz observó un comportamiento caótico, que tendía a un atractor, llamado
hoy atractor de Lorenz y primer ejemplo de atractor caótico. Lorenz había
comprobado que las perturbaciones microscópicas se amplificaban hasta afectar
al comportamiento macroscópico del gas y que, tras un breve período, la
incertidumbre en la medición inicial impedía cualquier predicción: no había
conexión causal entre pasado y futuro.