sábado, 28 de septiembre de 2013

Espectros


Los humanos necesitamos entender nuestras experiencias cotidianas para lograr cierta tranquilidad psicológica. El agricultor neolítico apreciaba que su vida dependía del éxito de las cosechas, y observaba que las fuerzas naturales eran imprevisibles: la sequía, la inundación o las enfermedades podían destrozar el trabajo de todo el año y traer el hambre y la muerte. ¿Cómo idear una explicación del mundo que aliviara su ansiedad ante la incomprensible naturaleza y el aparente caos? Muy fácil: personificar las fuerzas cósmicas, el cielo y la tierra, el sol y la luna, la tormenta y el agua, el fuego y el rayo, convertir algunas en dioses y elaborar una historia que les concerniera. En cierto modo, sus dioses eran nuestros conceptos científicos y sus mitos, nuestras teorías. Nuestros antepasados, igual que nosotros, intentaban comprender el mundo, hacerlo predecible, dominarlo.

Hace dos mil quinientos años iniciamos un nuevo modo de pensamiento, el racional, que se opone al pensamiento arcaico, mítico; a él nos atenemos para explicar los fenómenos naturales. El arco de Iris, el arcoíris, la personificación del pacto entre dioses y humanos, para finalizar la tormenta, no es más que una descomposición de la luz solar al penetrar en las gotitas de agua que hay en la atmósfera y su reflejo en ellas; agua y luz, nada más. Las auroras, para unos, almas de los muertos que suben al cielo, para otros, chorros de agua de las ballenas o chispas que provocan los zorros árticos cuando rozan con su cola las cumbres nevadas; para nosotros, son protones y electrones procedentes del Sol que, guiados por el campo magnético de la Tierra, llegan a la atmósfera cerca de los polos y, cuando chocan con las moléculas del aire, convierten parte de su energía en luz, luz que ilumina el cielo de colores. Los espejismos, que confunden al viajero, son una ilusión óptica; estamos acostumbrados a que la luz viaje siempre en línea recta, como esto no sucede en los desiertos, el caminante que ve a lo lejos una superficie azul plana en el suelo, la interpreta como agua, cuando realmente se trata de la luz que proviene del cielo (y cuya trayectoria se ha curvado). Un caminante ve y persigue a un espectro, que nunca alcanza; no es para menos, se trata del Espectro de Brocken: su propia sombra proyectada en la niebla de un bosque cuando tiene el Sol de espaldas.

En ningún caso aparecen espíritus, ni espectros, ni fantasmas, sino luces, partículas e ingenio para comprenderlas.

sábado, 21 de septiembre de 2013

Uso y abuso de las vacunas


Sectores, hasta ahora, minoritarios de la población rechazan las vacunas. Frente a ellos, las autoridades sanitarias las defienden, a veces con iniciativas equivocadas; la esperpéntica campaña de vacunación contra la pandemia de gripe A de 2009-10 ejemplifica una política sanitaria irresponsable: descrédito de las autoridades sanitarias mundiales, despilfarro y millonarios contratos no desvelados entre gobiernos y laboratorios farmacéuticos. Compare los datos y juzgue el meticuloso lector: mientras que en un año la pandemia de gripe A dejó diecinueve mil víctimas en el mundo, cada año la gripe estacional causa entre un cuarto de millón y medio millón de muertos.

¿Qué argumentos usan unos y otros para defender o rechazar las vacunas? Probablemente el lector profano desconozca que toda intervención sanitaria tiene beneficios y perjuicios; el ciudadano prudente y el científico responsable sólo deberían adoptar prácticas en los que aquéllos superen a éstos: desgraciadamente, no siempre sucede así. Según el doctor Juan Gérvas el balance se desnivela a favor de la vacunación contra las letales viruela y difteria, contra la rabia, mortífera todavía, y también contra el sarampión, la hepatitis B, la parotiditis, la poliomielitis o la rubeola. Ante estas graves enfermedades, los efectos adversos resultan irrelevantes.

Desde el uso de las primeras vacunas los tiempos han cambiado. En el siglo XXI las vacunas se han convertido en un próspero negocio: se aplican para enfermedades leves, infrecuentes y con menos conocimiento científico. Además, se emplean nuevas técnicas en su elaboración, sin que se haga un seguimiento a largo plazo de sus efectos (el timerosal se ha retirado); afortunadamente, algunas alarmas -como la asociación de la vacuna triple vírica con el autismo- han resultado falsas. El mismo médico, que aboga por los beneficios de algunas, duda de la necesidad, seguridad o efectividad de otras; como las vacunas contra los neumococo, los rotavirus, el Haemophilus influenzae, el meningococo, la varicela, la gripe o el papiloma humano.

Aunque las vacunaciones no son obligatorias en España, las autoridades sanitarias (2008) recomiendan las siguientes vacunas: difteria, tétanos, tos ferina, hepatitis B, Haemophilus influenzae tipo b, meningoco C, sarampión, rubeola, paperas, polio, varicela, papilomavirus. ¿Qué hacer? Juzgue el lector avisado si le interesan todas, algunas o ninguna; no deje que alguien decida por él, infórmese y tome la decisión. Sí, cierto, quienes rechazan todas las vacunas se aprovechan de la inmunidad que provoca el uso general de las mismas, disfrutan de los beneficios sin exponerse a los perjuicios; sin embargo, -opino- nadie debe imponerlas.

sábado, 14 de septiembre de 2013

Ozono ¿amigo o enemigo?


Debatía con un zoólogo sobre la agresividad o mansedumbre de algunas aves. Sin la menor duda nos produce ternura la imagen de los niños alimentando a pacíficas palomas en las plazas de nuestras ciudades. No sucede lo mismo cuando nos ataca una furiosa oca que defiende con vigor su territorio. La forma de andar de esta ave aparenta torpeza, no obstante se trata de un inteligente animal que los etólogos aseguran que se puede amaestrar. La ambigüedad zoológica me recordó otra, que nada tiene que ver con la biología, sino con la química. Se trata del ozono, beneficioso unas veces, perjudicial otras. 

El ozono atmosférico se encuentra, de forma natural, en la estratosfera, entre los diez y cuarenta kilómetros de altura, siendo máxima su concentración alrededor de los veinticinco. En esta región, los rayos ultravioleta procedentes del Sol reaccionan con el oxígeno produciendo ozono, que destruyen a continuación; se establece así un equilibrio de creación y destrucción en el que se consume la perjudicial radiación, con lo que se impide su paso hacia la superficie terrestre. Desgraciadamente, la presencia de contaminantes producidos por las actividades humanas hacen que la destrucción sea más rápida que la formación. ¿Consecuencia? Se produce un agujero en la capa de ozono.

El ozono también existe en la capa más baja de la atmósfera (en la troposfera); parte procede de la estratosfera, parte de las emisiones naturales y parte de las labores humanas. Se genera mediante reacciones químicas en las que participan la luz, los óxidos de nitrógeno y los compuestos orgánicos volátiles, sustancias que se producen durante la quema de combustibles por los vehículos e industrias. El atribulado ciudadano llama smog fotoquímico a la mezcla de ozono, óxidos de carbono y compuestos orgánicos volátiles, visible como neblina en las ciudades contaminadas. Quizá el lector puntilloso quiera conocer algún dato sobre estos nocivos contaminantes: la Organización Mundial de la Salud recomienda no pasar de cien microgramos de ozono por cada metro cúbico, de media durante ocho horas; en España, especialmente durante el verano, cuando escasea el viento y la lluvia, y son altas la iluminación solar y la temperatura, se sobrepasa habitualmente la cota de doscientos. Y sabemos que una concentración alta de ozono troposférico, durante un período prolongado, perjudica a la vegetación (disminuye la fotosíntesis) y a nuestra salud: irrita los ojos, las vías respiratorias y disminuye la resistencia inmunológica. El amigo se ha convertido en enemigo.

sábado, 7 de septiembre de 2013

Seis centenares y medio de biomotores


Buscando mis amores
iré por esos montes y riberas,
ni cogeré las flores,
ni temeré la fieras,
y pasaré los fuertes y fronteras.
¡Oh bosques y espesuras
plantadas por la mano del amado!,
¡oh prado de verduras
de flores esmaltado,
decid si por vosotros ha pasado!

Los humanos necesitamos buscar pareja, relacionarnos y conseguir alimentos: en resumen, precisamos movernos. ¿Cómo lo hacemos? Sí, sé que los músculos se encargan de efectuar todos los movimientos y que representan entre un cuarenta y un cincuenta por ciento del peso de un cuerpo masculino, o entre un treinta y un cuarenta de uno femenino; también sé que, al menos en apariencia, no se parecen a ningún motor que el mecánico lector haya visto. Trataré de describirlos en términos técnicos. Primera sorpresa: no advierto movimientos rotatorios; la rueda, tan útil en toda clase de máquinas, no aparece en la naturaleza. Segunda sorpresa: no hay un motor, sino aproximadamente seiscientos cincuenta, porque para el mecánico un único músculo es una máquina que se mueve por medio de una unidad de propulsión incluida en su estructura. Fijémonos en su diseño. Una arteria le proporciona el combustible y el oxígeno; la vena, que retira los productos de desecho, ejerce de tubo de escape. Ningún motor convierte toda la energía del combustible en trabajo útil, parte se convierte en calor, por ello la mayoría de los motores necesitan algún fluido, por lo general agua o aire, para su refrigeración; la sangre circulante constituye el refrigerante que retira el calor excesivo de los músculos hacia la piel. Un motor debe estar asentado en una base firme; así sucede con los músculos: se hallan fijos a los huesos mediante los tendones. Del control, que suele constar de un sistema de arranque, uno de frenado y otro de regulación de la energía, se encarga el sistema nervioso; el cerebro (voluntaria o involuntariamente) transmite una señal eléctrica al músculo para que efectúe la contracción: concretamente, la proteína miosina usa la energía de una biomolécula para deslizarse entre la actina, acción que acorta el músculo. Un inciso: me parece increíble que el masetero –el músculo más fuerte- sea capaz de levantar cuatrocientos kilos.

Sí, comprendemos el funcionamiento de estas inusitadas máquinas, sin embargo, ignoramos las causas del calambre, la involuntaria contracción súbita y dolorosa de un músculo. ¿Quizá una insuficiente oxigenación o la pérdida de líquidos o de minerales, debido a un esfuerzo prolongado?¿Acaso el frío, un envenenamiento o una enfermedad? Queremos saber más.