Una
de las tareas más hermosas de los científicos consiste en buscar la explicación
de fenómenos naturales, incluso cuando aparentemente resultan inexplicables;
fijémonos en dos curiosas observaciones que, en un principio, no deberían
guardar relación. Nicolás Monardes, un famoso médico y botánico español del
siglo XVI, se fijó en que los porteadores sevillanos que transportaban sacos de
azúcar emitían una luz, que notaba en las noches sin luna. Durante el terremoto
del quince de agosto de 2007, los habitantes de Lima (Perú), apreciaron
fogonazos de colores durante la noche.
¿Hay
algún nexo de unión entre el suceso sevillano y el limeño? Quizá la posible
explicación de ambos se halle en un inusual fenómeno. La triboluminiscencia
consiste en la emisión de luz por algunos materiales debido a su fricción; y se
observa cuando, en la oscuridad, se trituran cristales de azúcar o se
desmenuzan algunas sales de uranio o de otras sustancias; el color, la
intensidad y la duración de los destellos dependen del material. Resulta obvia
la explicación del relato de Monardes: no eran los porteadores, sino los
cristales de azúcar los que brillaban, cuando eran triturados a lomos del
transportador durante el camino; y en cuanto a lo visto por los peruanos: la
trituración del cuarzo u otros minerales durante el movimiento causado por el
terremoto tal vez causase la luminiscencia nocturna.
Los
científicos idearon una teoría para explicar el fenómeno: sospechaban que sólo
los materiales cuyos cristales son asimétricos parpadean cuando se les tritura;
al dividir el cristal en dos partes, una adquiría cargas positivas, la otra,
negativas; la recombinación inmediata de las cargas produce la crepitación del
aire y los pequeños relámpagos. Sin embargo algo fallaba porque varios
materiales con cristales simétricos también chispeaban. Para explicar la
discrepancia Linda M. Sweeting estudió detenidamente el fenómeno: se fijó en
unos compuestos concretos y halló que todos los asimétricos brillaban, mientras
que sólo la mitad de los simétricos lo hacían, además, un compuesto asimétrico
perdió su capacidad de parpadear después de purificado. Infirió que las
asimetrías del cristal, creadas por las impurezas, explican la
triboluminiscencia. El estudio demuestra que no sólo la estructura cristalina,
sino también las impurezas resultan fundamentales para establecer si un
material es o no triboluminescente.
Como
sin duda habrá comprobado el crítico lector, los científicos han avanzado en la
búsqueda de una explicación, pero todavía no comprenden completamente el
fenómeno.