El
libro evocaba un mundo que moría asfixiado por el poder romano; las huestes de Viriato
atravesaban el río Ana, nuestro Guadiana. Quise saber más de este singular río
al que deseo un destino mejor que el del caudillo ibérico.
Varios
ríos y aguas subterráneas confluyen en las Lagunas de Ruidera; lagunas que desaguan
a través de un cauce que, desapareciendo de la vista, se filtra hacia el
acuífero veintitrés. A quince kilómetros de distancia se hallan los Ojos del
Guadiana, unos manantiales (aliviaderos del acuífero) secos desde el 1985; ahí
tradicionalmente residía la cabecera del Guadiana, ahora nace más abajo; desde ese
lugar el río fluye por la llanura manchega, recorre setecientos cuarenta y
cuatro kilómetros, y desemboca en el océano Atlántico, en el golfo de Cádiz,
formando un gran estuario.
La
llanura manchega se comporta como una gran cazuela en la que desaparecen los
ríos que llegan a ella, porque su agua se aloja en los huecos y poros de las
rocas subterráneas: el acuífero veintitrés, un inmenso depósito subterráneo de
agua, se localiza íntegramente en la cuenca del Guadiana, y ocupa una
superficie de cinco mil kilómetros cuadrados. La cantidad de agua del acuífero depende
de las entradas y salidas: se carga con la infiltración de la lluvia, de los
ríos y de otros acuíferos; y se descarga por los Ojos del Guadiana y otros
manantiales. El volumen de agua almacenada no experimentaba variación, hasta
que los agricultores contemporáneos alteraron el equilibrio natural: extrajeron
agua hasta que, en la década de los ochenta, los Ojos se secaron; y, en febrero
de 1987, la Junta de Gobierno de la Confederación Hidrográfica del Guadiana
declaró que el acuífero veintitrés estaba sobreexplotado.
El
acuífero veintitrés, que otrora servía para satisfacer las necesidades
agrícolas y urbanas de la Mancha, ahora presenta un déficit de tres mil
hectómetros cúbicos y tiene el nivel del agua a una profundidad aproximada de treinta
metros. Su sobreexplotación ha puesto en peligro los humedales que siempre
existieron en esta región; sólo diré que en el trienio 2006-09, se han inundado,
sucesivamente, treinta y cinco, veintiséis y quince hectáreas de las mil
setecientas cincuenta inundables de las Tablas de Daimiel. Poco más puedo
añadir; que el Parque Nacional de las Tablas de Daimiel, en la cuenca del
Guadiana, se alimenta casi totalmente con agua del Tajo; y que algunos biólogos
califican lo que ocurre en la cuenca alta del Guadiana como el más grave
desastre hidrológico, en aguas dulces, de Europa Occidental.