sábado, 31 de octubre de 2009

Los secretos de la Luna


Trescientos ochenta y dos kilos de rocas lunares, tan antiguas que pueden considerarse testigos del origen del sistema solar, constituyen la mayor recompensa científica del programa espacial Apolo. En laboratorios tan limpios que un quirófano habría parecido sospechoso de suciedad se hicieron los análisis cuyos resultaron fueron inesperados: la Luna no contiene hierro ni agua. ¿Por qué? Los astrónomos atribuyen esa ausencia a que nuestro satélite es el resultado de la colisión entre la Tierra y un embrión planetario del tamaño de Marte. El gigantesco choque habría producido una nube de partículas, que quedó en la órbita terrestre y se unió para formar la Luna; no habría hierro porque el que había se hundió en el interior de la Tierra, y no habría agua porque el calor generado por el impacto la volatilizó. No crea el suspicaz lector que se trató de un acontecimiento excepcionalmente raro; probablemente los choques fueron los sucesos impredecibles con los que acabó el proceso de formación de los planetas: formaron un satélite gigante como la Luna, un planeta tumbado como Urano y un planeta muy denso como Mercurio (un impacto debió arrancarle parte de la superficie ligera).
Al viajar a la Luna también aprendimos cosas sobre la Tierra. El vulcanismo, la meteorización, la formación de montañas, los plegamientos, las fallas y la glaciación han borrado casi toda la historia de la Tierra; afortunadamente la Luna no fue una máquina geológica tan intensa; podemos comparar sus accidentes y fenómenos geológicos con los terrestres. Además del origen de la Luna, el análisis de las rocas lunares nos reveló aspectos inéditos de nuestro sistema solar cuando era joven. Probablemente hace tres mil novecientos millones de años todo el sistema solar interior sufrió un intensísimo bombardeo de meteoritos, que destruyó la mayor parte de las rocas y formó los mayores cráteres. Gran Bombardeo Terminal es el nombre de este brutal acontecimiento que duró entre veinte y doscientos millones de años y destruyó más del ochenta por ciento de la superficie lunar. ¿Fue su causa una lluvia de cometas provocada por el paso del sistema solar por una agitada región de la galaxia?, ¿tal vez una enorme colisión en el cinturón de asteroides llenó de fragmentos el interior del sistema solar?, ¿acaso una emigración de Urano y Neptuno, hasta entonces vecinos de Saturno, a órbitas más lejanas desestabilizó a millones de cometas? Quizá, amigo lector, después de una ardua investigación, tú encuentres la respuesta.

sábado, 24 de octubre de 2009

Psicópatas


Los protagonistas del libro “El psicópata. Un camaleón en la sociedad” escrito por el psicólogo Vicente Garrido me han impresionado. Los psicópatas se caracterizan por su carencia de empatía, por su incapacidad para ponerse en el lugar de otro, por su falta de remordimientos. Egocéntricos y superficiales, impulsivos e irritables son personas crueles que disfrutan con la extorsión y el abuso; lo hacen porque su objetivo es el control de quienes les rodean en su propio beneficio. El psicópata, gracias a su astucia, es el manipulador por excelencia. Estas características nos impulsarían a alejarnos de ellos, si no fuera por su habilidad para seducir, por su encanto y persuasión. El psicópata conoce la diferencia entre el bien y el mal, las normas y las leyes, pero no le importan; como no le afecta el dolor o el sufrimiento que causa en los demás, para él lo único relevante es conseguir sus fines. Sin arrepentimiento ni sentimiento de culpa, sin miedo ni ansiedad: son depredadores perfectos. ¿Se trata de enfermos mentales? No, únicamente tienen limitadas sus emociones. Su normalidad aparente los vuelve difíciles de reconocer, y más peligrosos. Afortunadamente existen distintos grados; y no todos desarrollan conductas violentas o terminan convirtiéndose en criminales, aun así, sería preferible no tener a uno como jefe, padre o cónyuge.
Y son incorregibles. “Se ha intentado todo, pero nada hay que funcione”. ¿El mejor consejo? Mantenernos lo más lejos posible de ellos. Si queremos protegernos el mayor inconveniente es pensar que son iguales a nosotros. Más allá de las mentiras, manipulaciones y argucias, la dificultad al enfrentarnos con los psicópatas reside en nuestra incapacidad para creer cómo son; que no les importamos y que sólo nos ven como objetos, instrumentos para conseguir sus fines o saciar sus ansias egocéntricas. Si buscamos esa bondad escondida o intentamos encontrar la explicación de su comportamiento… nos convertimos en una presa fácil, porque ellos se aprovechan. "En cierto sentido los psicópatas juegan con ventaja. Presumen (muchas veces correctamente) que no vamos a creer que ellos son así. Que buscaremos alguna lógica, algo que pueda ayudarnos a entender la sinrazón. Pero mientras tanto ellos actúan". "El problema no estriba en que su razonamiento lógico esté dañado. La lógica existe, aunque sea perversa".
En España hay casi un millón de psicópatas, más de un dos por ciento de la población. Eso significa, querido lector, que durante tu vida te has relacionado o te vas a relacionar con un par de ellos. ¿Ya puedes ponerle nombre a alguno?

sábado, 17 de octubre de 2009

¿Universo finito o infinito?


Los cosmólogos aseguran que el universo tuvo un origen hace trece mil setecientos millones de años; supongo que el astuto lector conoce las observaciones que permiten hacer tal afirmación. Establecido un límite temporal tal vez, curioso, se pregunte por los límites espaciales. ¿El espacio del universo es finito o infinito? Los astrónomos han medido las fluctuaciones de la radiación que queda de la magna explosión inicial –Big Bang- con la que comenzó el cosmos (el fondo cósmico de microondas); y de esas observaciones han deducido que las líneas paralelas, en el universo, no convergen ni divergen; eso significa, expresado en términos matemáticos, que vivimos en un universo euclídeo (plano lo llamamos vulgarmente, para entendernos mejor). Inexpertos en geometría, estamos tentados de afirmar que cualquier espacio euclídeo es infinito (los planos lo son, desde luego), pero los matemáticos nos aseguran que tales espacios pueden ser tanto infinitos (los planos) como finitos (la superficie de un donuts). ¿Qué hacer? Para distinguir unos de otros, los físicos deben averiguar si la luz dispone de un camino o de varios para llegar de una fuente al observador (los matemáticos dirían que tienen que determinar la topología del universo). Si sólo existe un camino -argumentan-, el espacio será infinito; si existen varios podrá ser finito o infinito. Ahora bien, los cosmólogos hasta el año 1990, como se sintieron incapaces de medir la topología cósmica, se desinteresaron de la cuestión; actualmente se ha abordado de nuevo el problema y se busca determinarla midiendo la disposición de las galaxias y las pequeñas irregularidades en el fondo cósmico de microondas. Las observaciones efectuadas les indican que el camino de la luz es único: deducen que la topología es sencilla y que habitamos en un universo infinito.
Aún tengo que hacer una importante aclaración: el lector lego no debe confundir el universo con el universo observable. Con independencia de otras consideraciones, el universo que podemos contemplar con nuestros telescopios tiene un tamaño finito, y su radio resulta de multiplicar la edad del universo (se conoce el dato) por la velocidad de la luz (se ha medido su valor); y esta distancia marca el límite observable, porque la luz procedente de cualquier galaxia más lejana no habría tenido tiempo de alcanzarnos desde que sucedió el Big Bang.
Hoy sabemos esto… mañana, ¿quién sabe?

sábado, 10 de octubre de 2009

Disminución de oxígeno, peligrosa carencia


Los montañeros y aviadores lo saben, pero los turistas que ascienden por encima de los mil metros también deberían saber que, cuanto más alto suban, más se reduce la cantidad de oxígeno que respiran; y no porque no exista el gas, sino porque cada vez es menor su presión. El aviador que no tome precauciones apreciará que disminuye su agudeza visual nocturna y aumenta su ventilación pulmonar; además sentirá somnolencia, debilidad, dolor de cabeza y euforia, también notará que disminuye su capacidad mental: ¡y tiene que pilotar el avión!
Quien volando o a pie asciende por encima de los tres kilómetros se arriesga al mal agudo de montaña: jaqueca, inapetencia, náuseas, cansancio, indiferencia, insomnio, taquicardia, tos; por fortuna la mayor parte de las personas se recuperan rápidamente cuando descienden. Los montañeros que escalan las más altas cumbres del planeta saben que una ascensión rápida a altitudes superiores resulta mortal. Si alguien asciende a cotas superiores a los tres kilómetros tiene que aclimatarse: debe conceder tiempo al organismo para que combata la carencia de oxígeno. El funcionamiento del cuerpo cambiará sutilmente, al cabo de una semana se intensificará la producción de la hormona que obliga a sintetizar más glóbulos rojos (la famosa EPO), con lo que habrá más hemoglobina en la sangre (técnicamente decimos que aumenta el hematocrito). Esta adaptación natural del organismo beneficia a los deportistas que han entrenado en altura, porque cuando compiten al nivel del mar, su sangre enriquecida transporta oxígeno a los músculos con mayor efectividad. Lo que presenta ventajas para corredores y ciclistas, para los montañeros representa un peligro pues la sangre espesa forma coágulos más fácilmente, y un tapón en las venas del corazón o del cerebro resulta fatal; por si fuera poco, el intenso frío de las grandes altitudes hace que la sangre se vuelva más viscosa y circule con más dificultad; en consecuencia, las extremidades se congelan fácilmente. El escritor, sobrecogido, admira la fortaleza y valor de los alpinistas.
Probablemente el lector ingenuo pensará que nada de esto le puede ocurrir a él: vive en la costa y le disgusta la montaña. Tiene razón… si no viaja en avión. Si se produce una brusca descompresión de la cabina a once mil metros, la disminución de la presión del oxígeno le concederá medio minuto antes de perder el conocimiento y padecer una parálisis respiratoria. Después de todo, las aburridas indicaciones de la azafata cuando comenzamos un vuelo pueden salvarnos la vida. ¡Quién lo iba a decir!

sábado, 3 de octubre de 2009

Imposibles saltos de los peces cuánticos

En una época en la que el fútbol es el espectáculo más popular, el escritor y un biólogo se distraían debatiendo sobre el multitudinario deporte. Mientras juzgaban las ventajas de jugar en campo propio o extraño, se les coló en la conversación la no localidad del mundo. ¿Qué querría decir eso? Casi sin quererlo se habían topado con una propiedad que los científicos observaron hace años, pero que comienzan a comprender ahora. Creemos que el mundo es local, porque estamos seguros de que sólo podemos mover un objeto –una piedra, por ejemplo- tocándolo directa o indirectamente; sin embargo, los experimentadores han observado que dos partículas –dos electrones o dos fotones- separadas varios kilómetros pueden comportarse de manera sincrónica, sin necesidad de intermediarios, sin tocarse. El entrelazamiento cuántico, que así se nombra al fenómeno, engendra una insólita intimidad entre las partículas y nos convence de que la realidad no es local.
Las partículas se comportan más o menos así: un pez (una partícula) se mueve en una laguna tan oscura que es imposible verlo. El pescador (un biólogo) piensa que, antes de morder la carnada, el pez se movía en el agua; nunca se le ocurriría pensar (como aseguran los físicos) que el pez realmente está disuelto en toda la laguna. Otro pescador coge dos pececillos y los arroja en una segunda laguna. ¿Qué hay ahora en el agua? Una combinación de dos peces solubles que forman un ente innombrable. Vaciemos esta laguna en dos exclusas iguales y separadas un centenar de metros. Mi amigo lanza su caña de pescar en una exclusa y el autor –que no tiene caña ni le gusta la pesca- va a la otra exclusa y se tiende a descansar. Al cabo de un rato, escucha el grito de alegría de su amigo cuando un pez muerde el anzuelo. Lo que ignora mi amigo –desconoce los entramados de la mecánica cuántica- es que en el mismo momento que él saca un pez, el otro pez también salta del agua a la hierba en la segunda exclusa. ¿Cómo sabe un pez, lo que hizo el otro, para imitarlo? 
¿Qué dice la física sobre esto? La mecánica cuántica sostiene que la acción instantánea a distancia es posible, sin embargo la teoría de la relatividad restringida prohíbe la existencia de mensajes instantáneos. ¿Se trata de teorías contradictorias? Aunque en el año 1932, John von Neumann argumentó que no se contradicen, sospecho que los físicos se encuentran en un apuro.puro.